Cuando era pequeña no me daban miedo los payasos.
Veía a Los payasos de la tele y hasta creo que tenía alguna de sus cintas de canciones. Pero también veía Candy Candy o el programa de Torrebruno (D.E.P.), y tenía cintas de Teresa Rabal y de Enrique y Ana, lo cual no dice mucho a favor de mi criterio por aquél entonces. Bueno, era pequeña, ¿qué queréis?
Sin embargo fue leer It de Stephen King y empezar a temerlos. Nunca me hicieron demasiada gracia aunque no les temía en el circo las pocas veces que mis padres me llevaron. Pero después de leer y de ver a Pennywise (me refiero a este de la izquierda, no al grupo de California), el Payaso Bailarín, en la versión telefilm los payasos de ese tipo me dan bastante repelús. De hecho Pennywise se parece bastante a Ronald McDonald y a éste último tampoco puedo verlo ni en pintura.
Parece que no es nada raro y que, en general, los payasos provocan tanta o más aversión que simpatía. Incluso existe un nombre específico para el miedo irracional y enfermizo a los payasos: coulrofobia. A los niños suelen asustarles los disfraces en general (vean las lágrimas de muchos cuando sus padres los sientan a la fuerza sobre las rodillas de un Rey Mago o de un Papá Noel) y además el maquillaje de los clowns, que deforma y exagera ciertos rasgos faciales, a muchos les aterroriza por parecerles deformidades nada cómicas. Para rematarlo su comportamiento extraño, delirante e ilógico roza la locura o psicopatías maníacas...
Sólo piensen por un segundo cuántos payasos malvados existen a lo largo de la historia, real o imaginaria además del ya mencionado de It... Piensen por ejemplo en John Wayne Gancy, el famoso asesino en serie apodado "The Killer Clown", quien confesó haber matado a 33 hombres y niños (el más joven de 9 años y el mayor de 20) y haberlos enterrado bajo su casa. Trabajaba en fiestas infantiles vestido como Pogo El Payaso. Durante su tiempo en prisión pintaba al óleo caras de payasos (uno de ellos fue comprado por GG Allin y aparece en una portada de uno de sus discos) y afirmaba sardónicamente "A clown can get away with murder." Murió asesinado por el Estado de Illinois en mayo de 1994 mediante una inyección letal. Nunca expresó remordimientos y sus últimas palabras fueron "You can kiss my ass". Su examen psicológico y el análisis post- mortem de su cerebro eran aparentemente normales.
O piensen en el archienemigo del también bastante trastornado psicológicamente y oscuro héroe de cómics Batman. El Jocker, un antiguo ingeniero químico trastornado tras la muerte de su mujer y del futuro hijo que esperaban y cuya cara sufrió terribles deformaciones tras quemarse con productos químicos, se convirtió en un demonio del mal y en la pesadilla de Bruce Wayne...
Jocker en "La broma asesina", por Brian Bolland.
Y ya no hablemos de los muchos grupos y músicos que han adoptado el look de "evil clowns" como seña de identidad. Ojo, que no me refiero a los que salen al escenario y hacen el payaso, de esos aún hay más.
Sin embargo afortunadamente todos los payasos no son así de terribles. También hay payasos que no dan miedo, payasos adorables... Aunque no siempre lleven la cara pintada... Y es que la genialidad de estos payasos está en retrotaernos a nuestra inocente infancia cuando el mundo entero era una sorpresa, en hacernos volver a los sentimientos primarios y puros, en revelarnos la estupidez de lo que nos rodea. Buster Keaton, Charles Chaplin, los Hermanos Marx, los Monty Python... y muchos otros.
Y esos payasos la mayoría de las veces son más tristes que divertidos, más revolucionarios que amables.
Ah, por alguna razón el llanto de un payaso siempre nos remueve profundamente el alma. El aullido de
Charlie Rivel le hizo famoso y se convirtió en parte característica de su número, junto a su silla y su guitarra.
Una de las anécdotas mas entrañables es precisamente el origen de ese aullido. Charlie se disponía a empezar su actuación en la pista del circo pero un niño asustado lloraba desesperadamente y el público estaba más pendiente de él que del payaso. Así que Charlie se acercó para tratar de calmarlo pero sólo consiguió que el niño llorara con más fuerza. Rivel entonces se retiró hacia el centro de la pista y empezó a aullar, a llorar desconsoladamente, solidariamente: "¡¡¡Aaaauuuuuuuu!!!" El niño se calló en el acto, sorprendido al descubrir que aquel ser extraño que lo había asustado al principio sufría y se expresaba en su mismo lenguaje. Cuando Charlie, aún lloroso, se acercó de nuevo al niño éste se sacó de la boca el chupete y se lo tendió al cómico en un acto de solidaridad. El llanto de Rivel se transformó en una tierna sonrisa y el publico arrancó en aplausos. El payaso aceptó el ofrecimiento del niño y hoy en día aquel chupete histórico se conserva entre las vitrinas del
Museo Charlie Rivel de Cubelles.
Un verdadero monumento a lo que un auténtico payaso significa.