The call of the Wild
De nuevo es un placer volver a casa de noche caminando sola, escuchando música por las calles silenciosas y desiertas. Ningún ruido me molesta ni interrumpe la canción, no hay nadie que pueda mirarme mal si sonrío cuando empieza una canción que me hace especialmente feliz escuchar o si canto en voz alta. Qué placeres más sencillos nos brinda la vida...
Y el reproductor aleatorio de canciones de mi ipod parece tener inteligencia propia y lector de emociones. Elige "Allelujah" de Jeff Buckley para llegar a casa. Más allá de su triste letra me parece una fantástica elección.
Y el animal que llevo dentro levanta la mirada a las estrellas, viendo el vapor que provoca su aliento en la noche helada. Parece una suerte de celebración de la vida, de una pequeña vida con su respiración cálida en la inmensa galaxia fría. Y el animal de nuevo, alzando el hocico, apuntando con él la luna llena, le aúlla.
Le aúllo una canción a la luna... ¡Aleluya!
Gracias viejo satélite. Siempre cumpliste los deseos que te pedí.
Aleluya...
P.S. Algún día hablaré de Jack London.
P.P.S. Siempre me pareció que "La llamada de la selva" era una pésima traducción para un hermoso título original.
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