Mi blog se ha mudado! Redireccionando…

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martes, 29 de noviembre de 2005

Almanaque

Tal día como hoy:


1835 - En la primera aplicación en España de la ley marcial, Barcelona es declarada en estado de sitio por el general Espoz y Mina.
1870 - Nace el político catalán Enric Prat de la Riba.
1879 - El rey Alfonso XII se casa con la archiduquesa austríaca Maria Cristina de Hasburgo- Lorena en segundas nupcias.
1832 - Nace Louisa May Alcott.
1898 - Nace C. S. Lewis.
1899 - Joan Gamper, inglés residente en Cataluña, funda el Fútbol Club Barcelona.
1929 - Richard Byrd realiza el primer vuelo sobre el Polo Sur.
1904 - Gran temporal de nieve en Madrid.
1932 - Nace Jacques Chirac.
1939 - Nace la actriz Concha Velasco.
1941 - Nace Dennys Doherty (The mamas & the papas).
1943 - Nace la novelista Sue Miller.
1945 - Se proclama la República Federativa de Yugoslavia.
1946 - Nace Silvio Rodríguez, cantante cubano.
1947 - La ONU, en su Asamblea general, decide que Palestina quede dividida en dos Estados: uno árabe y otro judío (supongo que por eso hoy es el Dia Internacional de la Solidaridad con el Pueblo Palestino).
1954 - Nace el cineasta Joel Cohen.
1969 - La canción "Come Together" de los Beatles llega a número uno en Estados Unidos y permanece una semana...



Hace 29 años en la tele se estrenaba el programa "Un globo, dos globos, tres globos" que no era un espacio de apología psicotrópica, como pueda parecer, sinó un programa infantil presentado por Mª Luisa Seco. También ese año se empezó a emitir la serie de dibujos animados "Heidi", con la que crecí. Otro estreno de ese año que marcaría mi infancia sería "El Hombre y la Tierra", de Félix Rodríguez de la Fuente. Más series estrenadas ese año: El Circo de TVE (con Gaby, Fofó, Miliki y Fofito), Curro Giménez, Nacida libre, Sandokán y Los hombres de Harrelson.

Nace también en 1976 el Diario Independiente "El País". Y la revista "Interview" donde aparece desnuda por primera vez Marisol. En el cine Kubrik estrena "La naranja mecánica", "La trastienda" representa el primer desnudo integral de la transición (el de Mª José Cantudo), Ana Belén se despelota también en "La petición" de Pilar Miró y Carlos Saura triunfa en Cannes con "Cría Cuervos". Las nominaciones a los Oscar de ese año son acaparados por "Rocky", "Bound for glory", "Todos los hombres del presidente" y "Taxy Driver".

En política, Santiago Carrillo es detenido en Madrid disfrazado con una peluca, Fraga funda el partido Alianza Popular, los GRAPO secuestran a los presidentes del consejo de estado (liberados en febrero del '77 por la policía) y la Falange Española y de las JONS se constituye como partido político.

Nadia Comaneci triunfa en las olimpiadas de Montreal y, con 14 años, realiza el ejercicio perfecto en las barras asimétricas, el 10 supremo de todos los jurados. La niñita rumana de mirada triste que decía "Todavía puedo mejorar mucho mis ejercicios". Niki Lauda, el mismo año, está a punto de morir en un accidente durante el Gran Prix de Alemania de Formula 1. Fue extraído del monovolumen con graves daños pulmonares y cayó en coma. Su rostro quedó desfigurado a consecuencia de las quemaduras. Volvió a correr pero nunca volvió a ser el mismo y se retiró en 1979.


¡Por cinco pesetas te dan
dos tacotes de Cheiw juuuunior!
En ese año se puso de moda el monopatín, otro de los hitos de mi infancia y, con él, los parches para las rodilleras de los pantalones.

Una entrada de cine valía 55 pesetas. Un billete de metro o un dónut, 6 pesetas. 10 pesetas un diario y 33 pesetas una Coca- Cola. El metro cuadrado de la vivienda en Madrid (Barrio de Salamanca) costaba 30. 600 pesetas y una habitación doble de hotel unas 1.200...



Bueno, y otro dato insignificante: el 29 de noviembre de 1976, sobre la una del mediodía, nací yo.


lunes, 28 de noviembre de 2005

Here I Am


Aquí estoy.
Con mi terror a sentirme sola.
Con mi pelo rojo, mis manos y mis pies grandes (sólo son sexy si eres Uma Thurman).
Con mi odiada nariz y mi boca propensa a la sonrisa.
Con mis estrías, mis pechos pequeños, mi mancha en el trasero con forma de continente (aún desconocido).
Con mis miedos, mis monstruos, mis fantasmas.
Con mi tremendo apetito (por la comida, por el sexo, por la vida...).
Con mis "uh-hum", mis canturreos y mis manías.
Con mis dudas, con mis historias, con mis lágrimas.
Con la losa de saber que el amor de verdad puede no durar para siempre.
Con dos amigas como dos soles.
Con algunos amigos tristemente perdidos en el camino... (creo).
Con un gran amor encontrado (cuando ya no tenía esperanza).
Con mi nuevo par de alas.
Con mis principios inquebrantables.
Con mi música, mis películas, mis libros, mis cómics.
Con mis cuatro canas.
Con mi móvil que no funciona.
Con mi terquedad, mi sueño ligero y mis pies fríos.
Con mi terrible manera de juzgarme a mí misma, mi "no sirves para nada".
Con mis uñas recién pintadas.
Con mi libreta de los secretos y mi blog (no tan secreto).
Con mi pereza, mis locuras y mis dramas.
Con deseos, sueños, incertidumbres.
Y la puta costumbre de darle vueltas a todo.


Mañana tendré que cambiar la edad del perfil...

miércoles, 23 de noviembre de 2005

Do the androids dream of electric sheep?


'An android of rare perfection'
E. Emswiller,
Galaxy Science Fiction, 1954















Fitter Happier
More productive
Comfortable
Not drinking too much
Regular excersise at the gym (3 days a week)
Getting on better with your associate employee contemporaries
At ease
Eating well (no more microwave dinners and saturated fats)
A patient better driver
A safer car (baby smiling in back seat)
Sleeping well (no bad dreams)
No paranoia
Careful to all animals (no washing spiders down the plughole)
Keep in contact with old friends (enjoy a drink now and then)
Will frequently check credit at (moral) bank (hole the wall)
Favours for favours
Fond but not in love
Charity standing orders
On Sunday ring road supermarket
No killing moths or putting boiling water on the ants
Car wash (also on sundays)
No longer afraid of the dark
Or midday shadows
Nothing so ridiculously teenage and desperate
Nothing so childish
At a better pace
Slower and more calculated
No chance of escape
Now self-employed
Concerned (but powerless)
An empowered and informed member of society (pragmatism not idealism)
Will not cry in public
Less chance of illness
Tyres that grip in the wet (shot of baby strapped in back seat)
A good memory
Still cries at a good film
Still kisses with saliva
No longer empty and frantic
Like a cat
Tied to a stick
That's driven into
Frozen winter shit (the ability to laugh at weakness)
Calm
Fitter, healthier and more productive
A pig
In a cage
On antibiotics


"Fitter Happier"
Radiohead, OK Computer, 1997)

Leyes de la robótica:


    1.- Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que éste sea dañado.

    2.- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando estas órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.

    3.- Un robot debe proteger su propia existencia hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Leyes.

Ley Cero:

Un robot no puede realizar ninguna acción, ni por inacción permitir que nadie la realice, que resulte perjudicial para la humanidad, aun cuando ello entre en conflicto con las otras tres Leyes.


Isaac Asimov

martes, 22 de noviembre de 2005

Curiosidades...

Los búlgaros dicen "sí" moviendo la cabeza de izquierda a derecha y dicen "no" moviéndola de arriba a abajo.

La palabra "cementerio" proviene del griego "koimetirion" que significa "dormitorio".

Cuando los conquistadores ingleses llegaron a Australia se asombraron al ver unos extraños animales que daban saltos increíbles. Inmediatamente llamaron a un nativo (los indígenas australianos eran extremadamente pacíficos) y les intentaron preguntar mediante señas. Al notar que el indio siempre decía "Kan Ghu Ru" adoptaron el vocablo ingles "kangaroo" (canguro). Los lingüistas determinaron tiempo después que el significado de lo que los indígenas querían decir era "No le entiendo".

Se llama snob a aquél que quiere aparentar una mayor posición social e intelectual porque en el s. XVII la universidad de Cambridge decidió admitir a algunos plebeyos becados y, para distinguirlos del resto, en la matrícula anotaban la expresión "sine nobilitas" (sin nobleza). El término fue abreviado a "snob".

Hay gente que no puede olvidar, se han descrito casos de personas capaces de recordar casi cualquier dato o acontecimiento con sólo experimentarlo una vez. Son casos de memoria prodigiosa que suelen suponer una tragedia para el que los padece. Olvidar es necesario para que nuestra mente evolucione.

Cuando en 1865 se realizó la autopsia al doctor James Barry, cirujano del ejército en la batalla de Waterloo, se descubrió que en realidad era una mujer. En aquél entonces la medicina estaba vetada al sexo femenino.

La expresión de auxilio que utilizan barcos y aviones, mayday, es un anglicismo de la llamada de ayuda en francés (m'aider). Su uso fue aceptado por la Convención Internacional de Radio y Telégrafo en 1927.

Los hipocampos o "caballitos de mar" machos son los que traen la descendencia al mundo en su especie. La hembra agrede sexualmente a su compañero y deposita los huevos en una especie de bolsa. El hipocampo macho produce una especie de placenta y alimenta a las crías.

Los antiguos romanos, cuando tenían que decir la verdad en un juicio, en vez de jurar sobre la Biblia como en la actualidad, lo hacían apretándose los testículos con la mano derecha. De esta antigua costumbre procede la palabra testificar.

En algunas zonas del sur de Grecia y del sur de Italia la señal del pulgar hacia arriba no significa "todo va bien" sino un insulto de contenido sexual.

Muchos nombres de Estados Unidos de América derivan del lenguaje indio: Dakota significa "aliados"; Oklahoma, "el pueblo rojo"; Iowa, "los dormidos"; Kansas, "una brisa cerca del suelo"; Kentucky, "el suelo oscuro y sangriento"; Illinois, "la tribu de los hombres perfectos"; Texas, "amigos"; Idaho, "buenos días" y Mississippi, "padre de las aguas".

lunes, 21 de noviembre de 2005

Bad Timing

La madrugada del viernes me despierto de repente a eso de las cinco y, con un sobresalto, empiezo a respirar hondo, asustada. Un sudor frío me recorre el cuerpo.

No, no acababa de tener una pesadilla. Era un sueño hermoso. Y eso es lo que me espantó.

Jamás en mi vida he tenido instinto maternal. Ni siquiera de pequeña tuve nunca carritos de pasear bebés- muñeco ni nada parecido. Prefería vagabundear con mis primos ("hasta que se enciendan las farolas") subirme a los árboles y volver a destrozarme los pantalones, previamente parcheados por mi madre, jugando al patinete (nada de skate, eso es para modernos, entonces teníamos patinete, ni siquiera monopatín). Ya de más mayor jugué con la Barbie, que era súper moderna, tenía caballo y Corvette y más ropa que yo, y era lo menos maternal que puede ser una muñeca.

Jamás antes había soñado que tenía un hijo, al menos que yo recuerde. Ni siquiera un hijo ya mayor al que acompañaba al colegio, ni un hijo con cinco años, ni con veinte ni con uno. Jamás. Y jamás de los jamases había soñado que estaba dando a luz a un bebé como me pasó el viernes. Pero, para colmo, no era un sueño angustiante, doloroso o traumático. Me sentía plena, feliz, ansiosa por ver su cara pequeña y arrugada (¿qué niño recién nacido es guapo?). Estaba con las contracciones y todo ese rollo que explican en las películas, el futuro padre a mi lado, cogiéndome la mano y sonriéndome orgulloso y, cuando estaba naciendo esa cosa rosada, era el momento más hermoso y emotivo que pueda describir...

Y ahí desperté. Y nada más pensar en lo que acababa de soñar me espanté. Menudas pasadas nos juega el subconsciente, amigas. Definitivamente no ha llegado aún mi momento de ser madre. Pero ese sueño se ha encargado de recordarme que voy a cumplir 29 en unos días.

Se lo cuento a R. por la mañana, porque el sábado habíamos planeado ver la ciudad de Girona, y ya tenemos chiste asegurado para unas semanas. Bromea con que mi reloj biológico está sonando ya desesperadamente y que él no quiere saber nada de calentar biberones y cambiar pañales. Al menos el niño/a era suyo, le digo, y no del butanero...

¿Cómo pensar siquiera en cuidar de un ser tan indefenso cuando aún no he aprendido ni a cuidar de mí misma?

El barrio judío de Girona me fascina y consigo olvidarme un poco de mi sueño-pesadilla. Es una ciudad preciosa llena de rincones encantadores. Hace un frío de mil demonios cuando se pone el sol pero es un placer pasear por las callejuelas retorcidas y por los puentes sobre el río, con todas las luces de la ciudad reflejándose en el agua. Si entrecierro los ojos el mundo se vuelve un caleidoscopio de brillos y colores.

Es domingo a mediodía y volvemos a estar invitados a una comida extraña en casa de J. con un montón de gente desconocida. Otra bizarre barbacue, como he pensado bautizarlas. Esta vez hay gente nueva: además del francés y del venezolano músico- posador artístico, hay una pareja catalana y una chica (todos bailan salsa con el anfitrión) y otra chica, venezolana también, que baila salsa y canta en una coral moderna (son, salsa, merengue, etc.). Ésta última (que es de Caracas pero tiene a toda la familia en Barquisimeto, nombre que me recuerda a un pelirrojo) nos prepara unas arepas que creo que quedan crudas por dentro por falta de tiempo en el horno (la carne ya estaba). Después de comer entramos dentro a tomar el café y el músico (que resulta que se llama Lenin) agarra una guitarra y él y la chica venezolana se ponen a cantar cosas que no había oído en mi vida pero que deben ser populares de donde vienen. Canciones sobre amores y desamores que escucho un tanto ajena mientras bebo mi café. He tomado demasiado vino y, si cantaran algo que conociera, incluso participaría en el recital. Me limito a hacer la segunda voz cuando, inesperadamente, ella toca "More than words". En el estado de desinhibición en el que estoy me animaría a pedirles algo que conozca para cantar yo sola si no fuera porque no quiero cortarles el rollo emotivo- nostálgico. Me entero de que la banda venezolana "Sentimiento Muerto" estuvo hasta nominada a un premio MTV... La chica me dice que soy una soprano, que tengo una voz sorprendente, y me pregunta si he cantado clásico en algún coro. Sonrío avergonzada y le respondo que sólo canto en la ducha y no vuelvo a abrir la boca. Nos vamos y, sin darme cuenta, canturreo todo el rato, como siempre hago. Creo que a R. no le molesta. Odiaba que mi anterior pareja no soportase oírme cantar porque me encanta hacerlo y tenía que reprimir ese instinto natural...

Es lunes por la mañana y estoy sola en una casa que no es la mía. La gata de R. me ha adoptado o me ha acogido a su servicio. Está dormida sobre mis piernas cuando miro los foros de Riff- fanzine y descubro que bAIthrO ha abierto un topic sobre tener hijos. Casi me da un pasmo.

Por la tarde, en clase, descubro que el cacharro con varillas para batir claras en catalán se llama, además de batedor, también enganyamarits (literalmente "engañamaridos") y me pregunto cómo demonios se puede engañar a un marido con eso. Mientras sigue la clase empiezo a imaginarme utilidades eróticas del instrumento sin que ninguna acabe de ser del todo satisfactoria. Desde ahora miraré los instrumentos de cocina de otra manera.

Por el momento, de eso de tener hijos, lo que más me gusta es el modo como se fabrican. El método tradicional y artesano, claro.

sábado, 19 de noviembre de 2005

And now, something completely different...


Dave McKean


Estoy recordando una recopilación.

Recordándola porque no la hice yo y, por tanto, no tengo guardada la lista de canciones e intérpretes que incluía, lista que me habría hecho en tardes interminables de ordenar y vuelta a ordenar mil veces, de cálculos de los tiempos y las duraciones...

Sólo sé que me gustaba mucho, que me hacía sonreír y cerrar los ojos echando la cabeza hacia atrás en el autobús, que me hacía cantar a gritos de madrugada cuando iba sola por las calles. Y sólo sé que, por alguna extraña razón (quizá comienza a estropearse), el mini disc decidió dejar de leer esa recopilación. "Blank disc", dice.

Así que ahora tengo que hacer memoria. Recuerdo perfectamente las cuatro primeras, en el orden correcto:

1.- State Of Love And Trust - Pearl Jam
2.- Don't Follow - Alice in Chains
3.- Crush - Anthrax
4.- Think - Aretha Franklin

Y luego ya la cosa se complica. Tirando de mi escasa memoria han ido apareciendo canciones y grupos pero no estoy segura del orden. Así es como han ido llegando a mi mente:

?.- Jane says - Jane's Addiction
?.- Space Dog - Tori Amos
?.- Mouth Full Of Cavities - Blind Melon
?.- Girl, you'll be a Woman Soon - Urge Overkill
?.- Angie - Rolling Stones
?.- All Along the Watchtower - Jimi Hendrix
?.- Fire - Red Hot Chili Peppers
?.- Were All Very Worried 'bout You - Fun Loving Criminals
?.- Back in the USSR - The Beatles
?.- Fell On Black Days - Soundgarden
?.- Gave Up - NIN
?.- Sworn and Broken - Screaming Trees
?.- Mindshaker Meltdown - Mother Love Bone
?.- I'm Ugly and I Don't Know Why - Betty Blowtorch
?.- Capital Offender - D Generation
?.- My Curse - Afghan Whigs
?.- Let Me Know - The Bottle Rockets
?.- Big Star - The Jayhawks
?.- Lover, You Should've Come Over - Jeff Buckley
?.- Sufragette City - David Bowie
?.- Roadhouse Blues - The Doors
?.- Orestes - A Perfect Circle
?.- Some Things Never Fall (?) - Black Halos
?.- Nico - The Cult

La última acabo de recordarla en la ducha, hace un momento. Quizá aún falte alguna, aunque 28 es un buen número.

Pero mucho mejor número será 29...

jueves, 17 de noviembre de 2005

La receta de la felicidad


200 gr. de chocolate negro
200 gr. de mantequilla
200 gr. de almendras trituradas (o nueces o avellanas)
200 gr. de azúcar glass
80 gr. de harina
5 huevos

Fundir en un cazo a fuego lento el chocolate con la mantequilla.

Batir en un bol las yemas de los huevos con el azúcar e incorporarle el chocolate y la mantequilla ya mezclados y fundidos. Añadir la harina poco a poco, moviendo sin cesar para evitar los grumos, y las almendras (o las nueces o las avellanas).

Batir las claras a punto de nieve e incorporarlas a la mezca moviendo cuidadosamente para que el pastel quede esponjoso.

Poner el contenido del bol en un molde huntado con mantequilla y meter en el horno a media potencia durante 45 minutos. Para comprobar si está hecho hundir un palillo de madera hasta que salga seco.

Servir bañado en chocolate fundido.

miércoles, 16 de noviembre de 2005

Diario de París: martes, 25 de octubre

Último día en París. No quiero volver. Me quedaría aquí toda la vida. ¿Por qué tiene que acabar tan pronto?

Hoy la misión era comprar regalos (uno de cumpleaños porque el sábado fue el de la madre de R.) y souvenirs. Yo me llevaré alguna botella de Burdeos y queso. Él, además del regalo, un pin, queso, vino y algo para su abuela.

Por la mañana nos dirigimos al 1ère. arrondissement. Se nos ocurre que quizá en un centro del consumo como son las galerías Lafayette encontraríamos algo para regalar a su madre. Y nada más entrar nos asalta el horror. Es como meterse en un Corte Inglés inmenso pero con más clase. R. se agobia a los dos minutos y yo intento mantener la calma para salvar el barco. Damos vueltas como ratoncillos desconcertados en un laberinto sin saber qué comprar. Estamos a punto de irnos sin nada pero al final escogemos la salida fácil y nos vamos con una bolsita cursi de Chanel (como las que Jean Philippe tiene en el baño de adorno) que contiene un paquetito pequeño y chic con un botecito de perfume Coco Chanel. Lo llevo yo, que hasta a mí me parece vergonzosamente cursi.

Entramos en una FNAC porque resulta que R. ha comprado ya un montón de cómics pero le falta precisamente el que en un principio buscaba: La théorie des gens seuls. Parece que todas las tiendas FNAC son exactamente iguales y eso es desconcertante: te hace olvidar que estás en otro país a menos que leas los cartelitos, que están en francés. La misma moqueta gris, los mismos chalecos verdes de los dependientes y cajeros (aunque estos me parecen más malhumorados que los de Barcelona), las mismas secciones, las mismas pilas de best-sellers (el diccionario pan-hispánico recomiendo usar el término "súper-ventas") en promoción... Pero al llegar al apartado de los cómics... (perdón, "bandes dessinées") ¡oh, sorpresa! Aquí ya se nota que no estamos en Barcelona, con su ínfima y triste sección. Aquí las BD ocupan, sin exagerar, tres pasillos enteros: hay montones de editoriales francesas, está ordenador por autor en cada editorial, hay gente hojeando y leyendo bd en cada pasillo, gente de todas las edades... Es inaudito. Nos miramos perplejos y maravillados antes de ponernos a rebuscar. Veo a una señora de unos 50 años llevarse un álbum de Monsieur Jean y no parece que sea para regalárselo a su sobrino. ¡Es para ella! Por supuesto que lo es. Aquí la gente lee bd, no piensan que son tebeos, que son libros con dibujos para niños... ¡Qué maravilla! No encontramos el libro y cuando le pregunto a la chica del chaleco verde por él nos dice que está agotado. Lástima...

Salimos en busca del número 14 del boulevard des Capucines. Según nuestra guía es donde estaba el Grand Café, y hay una placa que anuncia que allí, el 28 de diciembre de 1896, tuvieron lugar las primeras proyecciones públicas de fotografía animada por medio del cinematógrafo, aparato inventado por los hermanos Lumière (La sortie des usines). Nos cuesta encontrarla pero ya casi por amor propio lo conseguimos y nos hacemos una foto con ella.

Nos damos cuenta de que si volvemos al apartamento no tendremos tiempo de hacer las compras que nos faltan. Así que mejor buscar un restaurante donde comer algo o algún sitio donde comprar un bocadillo. En este barrio la opción mejor parece la última. Los restaurantes parecen muy caros (estamos en una zona turística y comercial) y vemos a los parisinos que salen de las oficinas comprar bocatas. Como nos apetece comer algo caliente decidimos ir en metro hasta Montmartre y buscar algo allí. Es tarde y los restaurantes que nos gustan allí son caros o están llenos. No nos decidimos y, para no perder más tiempo, acabamos comiendo una pizza en un sitio bastante corriente. También todas las pizzerías corrientes se parecen...

Nos dirigimos a la fromagerie donde habíamos comprado los quesos (no conocemos ninguna otra) pero está cerrada. Parece ser que no abren hasta las cuatro. Bien, vayamos primero a las cutre-tiendas 100% para guiris (esas seguro que no cierran) y luego volvemos. Sube, sube, sube escaleras. No me lo puedo creer: aquí también hay reaggeton (o como demonios se escriba ese "atun tun tun") supongo que porque las tiendas están regentadas por sudamericanos (que tampoco quiero decir que ser sudamericano signifique amar esa música del diablo).

Un dedal y un pin después volvemos a rue Lépic a comprar el queso. Estoy muerta de sed y paramos a beber en un rincocito que tiene un pequeño parque infantil (con una fuente diminuta). Al levantar la vista me fijo en la pared de baldosas, está toda repleta de pintadas. Es Le mur des je t'aime (La pared de los te quiero), en place des Abbesses. En su página web dice que pone "te quiero" en más de 300 lenguas diferentes. Era hermosa. Un buen presagio encontrarla por casualidad así. Localizo rápido el "te quiero". Pero no es la lengua en la que ahora lo siento. Es curioso que sólo adquiera pleno significado cuando está escrito en la lengua en la que se lo diríamos a la persona que ocupa nuestro corazón... Sigo buscando y lo encuentro. Me voy con una sonrisa en los labios. Lástima no habernos hecho una foto allí.

Junto a la tienda de quesos hay una pequeña tienda de bd que por fin encontramos abierta (la última vez nos cerraron prácticamente la puerta en los morros). Es nuestra última oportunidad de conseguir el cómic que buscamos. El dependiente no es muy simpático y nos dice que no le quedan ejemplares (así, secamente, sin acompañarlo de un "je suis desolé" ni nada). Desolados estábamos nosotros cuando, de repente, saca un ejemplar de algún lado y nos lo pone sobre el mostrador. ¡Aleluya!

Rápido, ahora los quesos, que aún tenemos que comprar los vinos y pan para hacer unos bocatas (el avión sale a las 22'15h), llegar al apartamento, arreglarlo, hacer los bocadillos, hacer las maletas... Y todo antes de las seis, hora a la que hemos quedado con Jean-Philippe para entregarle la llave y que nos devuelva el depósito (si lo cree oportuno). Empiezo a estresarme. Recuerdo perfectamente el montón de platos por lavar en la cocina. No vamos a tener tiempo, no vamos a tener tiempo...

Cuando llegamos a toda velocidad al apartamento me pongo nerviosa y estoy estresando también a R. Calma, calma... si nos ponemos los dos nerviosos va a ser aún peor. Nos repartimos el trabajo y él se pone a recoger el baño y el salón mientras yo friego platos ("tranquila o romperás alguno", me repito) y arreglo la cocina. Cuando acabo recojo lo que queda en la habitación y hacemos maletas. Justo estaba cerrando la de R. cuando llegó nuestro arrendatario. Da un vistazo concienzudo al apartamento, nos devuelve el depósito, nos despedimos y nos marchamos cargando con nuestras maletas y con una bolsa enorme del Intermarché llena de cosas.

Cogemos el metro hacia Porte Maillot. Las maletas pesan toneladas, sobre toda la de R. que va repleta de bd. Y al salir del metro nos metemos en una trampa. Debía serlo, una trampa para turistas, para que se queden atrapados en París cuando intentan marcharse, para que pierdan el autobús que va a Beauvais y el vuelo de Ryanair y tengan que quedarse una noche más en la ciudad, haciendo gasto hotelero. Sólo como una trampa puedo entender que una de las salidas del metro de Porte Maillot de a parar a una rotonda ajardinada, rodeada de tráfico por todos lados (el foso de los cocodrilos), sin salida y repleta de vagabundos alcoholizados (¿los cocodrilos?). Una plaza que, para colmo, no estaba asfaltada y tenía suelo de arena y piedrecillas: la mejor manera imaginable de dificultar el avance de una maleta con ruedas. Desesperados casi dimos la vuelta a la plaza buscando un inexistente paso de cebra o semáforo para salir de allí. Nos preocupaba perder el autobús. Me puse tan nerviosa y estaba tan enfadada con los urbanistas parisinos (con gran visión de negocio hotelero, sin duda) que, si hubiese estado sola, me hubiese sentado en el suelo o sobre mi maleta y me hubiese echado a llorar. Acumulación de tensión, supongo. Un chico (otra víctima más) nos preguntó cómo llegar a la estación de autobuses... ¡ojalá lo supiéramos! Por el suelo (como los esqueletos de anteriores víctimas de la trampa atrapa- turistas) se veían las marcas de más ruedas de maletas, impotentes ante tanta arena y piedras.

Con este panorama entré en un bucle y me hubiera pasado horas dando vueltas a la rotonda sin salida, hasta morir de cansancio o de inanición, tras ser atacada por los borrachos sin techo. Y mis huesos pelados (porque se llevarían toda mi ropa) quedarían allí, como advertencia a futuros turistas incautos. O quizá me acogerían y me uniría a ellos. Quizá todos ellos fueron turistas que quedaron allí atrapados y beben para olvidar sus antiguas vidas...

Afortunadamente no pasó nada de eso porque R. estaba allí y tuvo el buen juicio de decidir que volviéramos por donde habíamos venido y buscáramos otra salida en el subterráneo el metro. Casi discutimos porque yo quería seguir dando vueltas. Mi bucle me lo exigía. Pero manejó la situación con firmeza y nos salvó a ambos. Quedó demostrado, una vez más, que mi sentido de la orientación es nulo o está trastocado: siempre elijo la dirección contraria a la correcta.

Conseguimos dar con la estación de autobuses (siguiendo siempre la dirección contraria a la que yo elijo) y montamos dirección Beauvais. Ahora le tocó a R. pasar un mal rato por culpa del reloj adelantado del autobús. Tras haber tenido tantos problemas en sus vuelos aún tiene el trauma y se pasó todo el trayecto pensando que no llegaríamos a tiempo para embarcar las maletas, que perderíamos el vuelo por culpa de eso y un drama impresionante semejante al mío en la rotonda. Yo lo iba tranquilizando como podía, con el argumento de que íbamos en el autobús correcto y, por tanto, nos esperarían, que no podíamos llegar tarde, que no podían despegar sin una cincuentena de pasajeros.

Al llegar al aeropuerto caímos en el reloj adelantado del autobús y ya pudimos respirar tranquilos. Cuando llegamos no me pude fijar bien en el aeropuerto de Beauvais porque nos dejaron directamente en la terminal al lado de los autobuses. Esta vez sí pude hacerlo: donde estaba la puerta de embarque era una carpa, como una gran tienda de campaña, como las que monta Cruz Roja en caso de desastres o como las que tienen algunas discotecas. Una turbina de un avión mal orientada y nos vamos todos volando, carpa incluída. Evidentemente si el vuelo es tan barato debe ser por algo... Y los precios del bar eran de auténtico terror aéreo. ¡Anda que no fuimos felices zampándonos nuestro bocata de chorizo ibérico, a años luz de aquellos sandwichs envueltos en plástico (y con sabor a plástico, seguro) que vendían a precio de oro!

Subimos al avión a la hora prevista, recordando esta vez que debíamos sentarnos junto a la salida de emergencia porque el pasillo es más ancho y tendríamos más sitio para las piernas. Despegamos rumbo a Girona con puntualidad. Y sólo entonces fue cuando empecé a darme cuenta de que decíamos adiós a París. Con tanto ajetreo no había podido pararme a pensar hasta ahora. Se acaban las vacaciones, volvemos a la rutina, a la normalidad del día a día, a Barcelona...

Al llegar recogimos las maletas y nos metimos directamente en otro autobús. Qué fea y vulgar me pareció Barcelona a media noche, qué feas las rondas, los edificios, el Besós... Qué diferente a París, nuestro París.... Y vuelta a arrastrar las maletas hacia Sagrada Familia por no coger un taxi que nos cobraría lo que le diera la gana por un trayecto nocturno tan corto. Hace calor. Y no llueve. Y llevo puesto el abrigo por no tener que llevarlo en la mano. Y hay ese bochorno pegajoso que tanto odio. Los tres pisos de escaleras de casa de R. ahora me parecen muy poca cosa, con mis piernas curtidas en subir a un sexto. Es casi la una.

¿Cómo puede ser que me haya habituado a algo tan pronto? ¿Cómo puedo echar tanto de menos una ciudad en la que sólo he estado una semana? ¿Cómo voy a poder dormir, comer, cenar, sin tener a R. a mi lado? ¡Cómo lo voy a añorar a todas horas! ¿Qué hay del sexo a diario? ¿Qué va a ser de mí sin poder despertar a su lado?

Flores para Algernon:


Manos dibujándose, 1948, litografía
(M. C. Escher)

"... he aprendido que la inteligencia por sí sola no significa gran cosa. Aquí, en su Universidad, la inteligencia, la educación, el saber, se han convertido en grandes ídolos. Pero ahora sé que hay un detalle que han olvidado: la inteligencia y la educación que no han sido templadas en el afecto humano no valen gran cosa. (...) La inteligencia es uno de los mayores dones del hombre. Pero demasiado a menudo la búsqueda del saber oculta la búsqueda del amor. Esta es otra de las cosas que he descubierto por mí mismo recientemente. Se la ofrezco en forma de hipótesis: la inteligencia sin la capacidad de dar y recibir un afecto conduce al derrumbe mental y moral, a la neurosis e incluso a la psicosis. Y digo que la mente absorbida en un interés egoista tomado como un fin en sí mismo, con exclusión de toda relación humana, no puede conducir más que a la violencia y al dolor. "

Daniel Keyes

sábado, 12 de noviembre de 2005

Diario de París: lunes, 24 de octubre.

Ayer atasqué el fregadero de la cocina. Eché las sobras de la sopa y, de repente, dejó de tragar agua. Juro que no había echado nada más allí, me extrañó que se atascara tan facilmente. Así que el plan hoy era descansar un poco por la mañana, hacer unas últimas compras y luego ver si se puede resolver, ver si Roger puede arreglarlo, más que nada. Hay un montón inmenso de platos por fregar (parece mentira lo que se ensucia siendo sólo dos personas). Si no tiene arreglo no sé cómo nos apañaremos.

Afortunadamente no ha sido grave, Jean-Phillipe no va a matarnos. Bastó con desenroscar un filtro que estaba atascado con un montón de porquería que no era nuestra, que no eran las sobras de la sopa que yo había echado. Seguramente culpa de los anteriores inquilinos, unos americanos. ¿Quién es tan guarro como para tirar un bastoncillo de limpiarse los oídos en el desagüe de la cocina? Nos hemos duchado y hemos hecho un desayuno tardío y ligero.

Mi experimento para comer no ha salido mal del todo. Los bistecs a la mostaza de Dijon (esa mostaza había que usarla) no habrían estado nada mal si no fuese porque eran duros como suelas de zapatos, los puñeteros. ¡Eso nos pasa por comprar la carne en Intermarché! En la tele nos acompañan todos los canales de música por cable que encontramos, es lo único que vemos. Nuestro arrendatario nos enseñó orgulloso, el primer día, que había tenido el detalle de buscarnos Televisión Española internacional, al saber que veníamos de España. ¡Qué majo! Lástima que no nos interese nada de lo que emiten. No queremos ni ver las noticias. Estamos de vacaciones. Si vemos las MTV o VH1 es porque lo único que le falta al apartamento es un equipo de música y tenemos que suplir esa falta como podemos. Millones de listas diarias y, de vez en cuando, algo decente.

Por la tarde hemos dado un agradable paseo por uno de los parques menos turísticos de París, el preferido de muchos parisinos: el de Buttes-Chaumont. Hemos subido al templete de magníficas vistas, paseado por los caminos repletos de gente practicando footing, descubierto las cascadas, bajado hasta el lago (con patos y todo) en el que hay temporada de pesca, caminado por los senderos... Aquí vienen los parisinos a magrearse, a hacer botellón (sí, también existe), a fumarse unos porros y a correr. Un parque genuino, vamos. Quizá no sea el mejor parque del mundo, ni el más bonito, ni el más moderno o sofisticado pero para mí hoy ha sido el mejor.

Al volver hemos pasado de nuevo por Montmartre centro para ver si la fromagerie estaba abierta y comprar así los quesos que pensamos llevarnos. Estaba cerrada. Tendremos que venir mañana.

Empiezo a pensar en las cosas que nos dejamos por ver, porque mañana ya no tenemos tiempo de hacer ninguna visita. Pienso en el Barrio judío, en el Bois de Bologne, en los muelles, en el cementerio de Montmartre, en las librerías... París siempre merece otra visita.

Última noche en París... Quiero que durmamos abrazados.

P.S. Si algún astuto observador nota que en este día en París no hemos visitado casi nada es porque nos quedamos en casa practicando sexo. ¿No dicen que es la ciudad del amor?

Els teus silencis / Tus silencios


Bill Brandt, East Sussex, 1957


Pensava en els silencis...

De vegades es diu més amb un silenci que amb paraules. De vegades els silencis són tan importants com les paraules. Què no diem i per què. Quan callem, com callem, per què callem. Si és perquè no volem parlar. O perquè no sabem què dir. O simplement perquè preferim mantindre el silenci.

Un silenci pot ser tan bell com una paraula d'amor. Pot estremir i pot colpir, pot fer-nos sentir tan bé com un petó, ens pot abraçar, pot venir acompanyat d'un somriure comprensiu, d'una mirada dolça...

Tu m'has fet descobrir el valor dels silencis. Dels teus silencis. Dels nostres silencis.

Jo abans pensava que quan dos persones estan juntes els silencis s'han d'evitar. Parlotejava tota la estona per cobrir els teus silencis, no els escoltava. Pensava que eren incòmodes, que el silenci ens separava, que ens distanciava, i que jo havia d'anar deixant paraules dansant en l'aire per mantenir la comunicació, per seguir conectada a tu. Pretenia ser el que no sóc, una xerraira que no calla, per tapar el fet que ets silenciós de vegades. I ara sé que m'agrada que ho siguis.

Ara he apres a llegir-los, a apreciar-los, a estimar-me els teus silencis. Ara els escolto, els paladejo i els entenc. Formen part de tu. I els silencis que de vegades compartim els dos formen part de la manera com estem junts.

I amb un silenci em saps dir que m'estimes tant com jo pugui cridar-ho d'aqui a la lluna.

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Pensaba en los silencios...

A veces decimos más con un silencio que con palabras. A veces los silencios son tan importantes como las palabras. Qué no decimos y por qué. Cuándo callamos, cómo callamos, por qué callamos. Si es porque no queremos hablar. O porque no sabemos qué decir. O simplemente porque queremos prolongar el silencio.

Un silencio puede ser tan bello como una palabra de amor. Puede estremecer y emocionar, puede hacernos sentir tan bien como un beso, nos puede abrazar, puede venir acompañado de una sonrisa comprensiva, de una mirada dulce...

Tú me has hecho descubrir el valor de los silencios. De tus silencios. De nuestros silencios.

Antes pensaba que cuando dos personas están juntas los silencios se deben evitar. Parloteaba todo el rato para cubrir tus silencios, no los escuchaba. Pensaba que eran incómodos, que el silencio nos separaba, que nos distanciaba y que yo tenía que ir dejando palabras bailando en el aire para mantener la comunicación, para seguir conectada a ti. Pretendía ser lo que no soy, una charlatana que no se calla, para tapar el hecho de que eres silencioso a veces. Y ahora sé que me gusta que lo seas.

Ahora he aprendido a leerlos, a apreciarlos, a amar tus silencios. Ahora los escucho, los paladeo y los entiendo. Forman parte de ti. Y los silencios que a veces compartimos los dos forman parte de la manera en la que estamos juntos.

Y con un silencio me sabes decir que me amas tanto como yo pueda gritarlo de aquí a la luna.

viernes, 11 de noviembre de 2005

No Rain


Dave McKean
Narcolepsy


All I can say is that my life is pretty plain

I like watchin' the puddles gather rain

And all I can do is just pour some tea for two

and speak my point of view

But it's not sane, It's not sane

I just want some one to say to me

I'll always be there when you wake

Ya know I'd like to keep my cheeks dry today

So stay with me and I'll have it made

And I don't understand why I sleep all day

And I start to complain that there's no rain

And all I can do is read a book to stay awake

And it rips my life away, but it's a great escape

escape......escape......escape......

All I can say is that my life is pretty plain

ya don't like my point of view

ya think I'm insane

Its not sane......it's not sane


BLIND MELON



Es curioso cómo la música, cómo una canción, puede hacerte cambiar completamente de estado de ánimo en un día lluvioso... Cambiar un día triste por uno alegre...

jueves, 10 de noviembre de 2005

Diario de París: domingo, 23 de octubre

Me doy cuenta de que he escrito poco y mal. Leyendo lo de los días anteriores me doy cuenta de que escribía cansada, sin ganas, como el escolar al que piden una redacción de lo que ha hecho en las vacaciones y se limita a enumerar de forma prosaica y descriptiva: "Hoy hice esto, esto y esto... y al día siguiente aquéllo y lo otro..." Lo que he escrito no tiene vida, no tiene sentimiento, no exhala ni transmite como me gustaría. Pero, como digo, no me extraña nada. En el estado en que escribía muchas veces lo raro es que mantenga la concordancia verbal.

Al ir escribiendo día a día, al momento, mis impresiones sobre París pretendía preservar la frescura, la espontaneidad de las ideas. Me equivocaba. Porque al intentar hacerlo lo que he conseguido es escribir por las noches, cansada, somnolienta, casi por obligación, deseando acabar para correr a brazos de Morfeo. Y de Roger.

Así que pensaré en las ventajas de escribir en diferido, cosa que ya llevo haciendo unos días. Las sensaciones intensas en ocasiones son difíciles de plasmar de manera inmediata. Necesitan de un reposo, de una racionalización, de pasar por el tamiz que da el tiempo y una cierta perspectiva. Una vez dejadas reposar (como la masa del pan, como una buena paella) esas sensaciones tan escurridizas están más ricas y se dejan atrapar mejor. Porque lo que abarcamos con nuestro raciocinio no es la sensación en sí (tan instantánea, tan carnal e imprecisa) sino el poso que esa sensación nos deja en el espíritu. Sacrifiquemos, pues, en este caso, la espontaneidad frente a la precisión y la perdurabilidad.

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La mañana de hoy la dedicamos a las visitas más típicas y evidentes.

Primero Arc du Triomphe. Un gentío impresionante, una cola increíble para subir y, si no recuerdo mal, unos 8 euros por ver el museo y subir a la plataforma. Hacemos algunas fotos (entre ellas la foto tonta de rigor ante la llama perpetua a la memoria del soldado desconocido).

Siguiente hito turístico: la Tour Eiffel. Disfrutamos del paseo junto al Sena, de los puentes, de los quai (muelles) pero al llegar... Más gentío, una cola aún más impresionante para coger los ascensores a las mejores vistas de París (aunque las de lo alto de Montmartre no le tengan mucha envidia). Cobran hasta por subir a pie por las escaleras. Roger y yo ya subimos en nuestros respectivos viajes anteriores y decididamente no merece la pena hacer la cola, la espera y la sensación de ser ganado bovino para subir de nuevo. Así que hacemos algunas fotos más y nos alejamos por le Champ-de-Mars. Nos encontramos con algo llamado Le mur pour la paix, una especie de pared de cristal con la palabra "paz" escrita en infinidad de idiomas. Inspirado directamente en el muro de las lamentaciones, hay pantallas y teclados apra que escribas tu mensaje pacifista. Puede también hacerse a través de internet.

Pasamos por Les Invalides, donde reposan los restos de Napoleón I, y atrajeron mucho más nuestra atención las bandadas de cuervos que parecen reunirse allí que el edificio en sí. Allí al lado está el museo Rodin y sus jardines. Yo ya estuve, pero nos acercamos para ver si está abierto con la intención de visitar al menos los jardines, pero es muy tarde (casi las dos) y estamos cansados y hambrientos y preferimos volver a casa. Vimos varias de las esculturas y la Puerta del Infierno en el Louvre y el Orsay. Tendrá que ser en el próximo viaje a París.

Por la tarde hemos ido a ver los pasajes y boulevards. Lamentablemente, al ser domingo, la mayoría están cerrados y, en los que podemos entrar, las tiendas están cerradas. Por ello el aspecto de los pasajes era dejado y desierto. No es que yo pretendiera encontrar el aspecto bullicioso que describen Benjamin, Baudelaire o Proust. Fue encantadoramente decadente y decepcionante al mismo tiempo. No sé cómo describirlo mejor.

Buscando un sitio donde tomar algo hemos llegado hasta la Ópera. Agotados, nos sentamos a descansar en un banco y, cuando comenzó a llover, decidimos volver en metro a nuestro barrio, buscar allí alguna cervecería y, si no la encontrábamos, volver a casa.


Roger Tallada
Una vez más nos sonrió la suerte porque, además de ser algo tarde para las costumbres lugareños (algunos bares cierran antes que las floristerías, sobre las siete y media) era domingo y aún así encontramos un agradable bar que también servía cenas en la rue Caulaincourt, muy cerca de la parada de metro Jules Joffrin, la más cercana a casa. Se llamaba Froggy's Bar Restaurant. Precios razonables y un buen sitio para sentarse un rato a tomar algo. En la tele hay un partido de fútbol que debe ser importante a juzgar por los gritos ("putaaaaaaain!") de la chica de la mesa de al lado. Roger hace su dibujo del día y saboreamos, sin prisa, nuestras cervezas antes de irnos a cenar.

miércoles, 9 de noviembre de 2005

Un mal día...


Death
por Chris Bachalo

A veces te levantas con el pie izquierdo.
O se te cruza un gato negro.
O una mariposa aletea en el sitio apropiado
y produce pequeños terremotos en tu interior.
Algo está intentando decirme alguien...

No puedo pensar en el futuro
sin que me aprese el puto presente.
Pegada
al suelo
no puedo volar.
Huir lejos...

Y siempre me digo:
si no te gusta, sólo cámbialo.
Y sobre el papel parece tan fácil...

A veces algo se rompe dentro
y aparecen todas las cosas
que deberías hacer y no haces.
Y te sientes un perro perdido
bajo la llúvia.

Delirium por Greg Spalenka

Ojalá lloviera
porque así tendría,
al menos, alguna razón para llorar...
Quiero oír la canción más triste
y abrir todas las compuertas
para poder empezar a nadar.

Cuando estás de rodillas
estás más cerca del suelo,
todo es más cercano...
Y es más fácil levantarse
y empezar la vida que quieres
y no la que tienes.

Siempre que sepas
exactamente
cómo escapar,
qué es lo que quieres.

lunes, 7 de noviembre de 2005

Diario de París: sábado, 22 de octubre

Llueve. Cada día un poco pero no demasiado. No como en Barcelona. Pero lo suficiente como para tener que salir cada día con paraguas. Sin embargo no hace frío. Esperaba usar todos los gruesos jerseys que he traído casi por exigencia materna, las bufandas, los gorros de lana, los calentadores... y al final he tenido que optar entre chaqueta o jersey. Tanto mejor, el tiempo es excelente y podemos andar por el apartamento en manga corta, la calefacción no va a ser necesaria en absoluto. Por las noches hasta tenemos que apartar el edredón de plumas porque nos asamos de calor (no lo he mirado, pero seguro que es 100% plumón de ganso nórdico). Duermo a su lado, sueño a su lado y con él, despierto a su lado...

Cementerio Père- Lachaise era el plan para esta mañana. Pero, antes que nada, una efusiva exaltación del Eros como contraposición a la parte de Thanatos que nos esperaba luego. Polvo al polvo...

[Aquí va un enorme spoiler privado sólo disponible en el "director's cut", sin ningún interés turístico, que les ahorraré a mis pocos pero fieles lectores.]

El de Père- Lachaise es un viejo cementerio entrañable y lleno de VIP's. Nada más entrar ya me enamoró por los panteones góticos familiares parecidos a mini-casitas para personajes de Tim Burton, por los árboles viejos y retorcidos y por los numerosos cuervos que lo habitan, que parecen puestos a propósito para crear ambiente aleteando y graznando de vez en cuando.

Sin demasiado respeto por los óseos habitantes (deben estar acostumbrados, porque el cementerio organiza hasta visitas guiadas) nos paseamos entre las tumbas y nos metemos entre los panteones para curiosear y hacernos fotos. Los familiares que vienen a visitar las tumbas (en el caso de los que aún tienen algún pariente vivo que los recuerde) no deben estar muy contentos con la cantidad de turistas que chafardean constantemente. O quizá sí, quizá es un orgullo visitar a alguien aquí. Vaya usted a saber. Vimos las tumbas de Chopin, Wallace (el de las fuentes), Proust (al que habían dejado notitas escritas que muy indiscretamente leí, espero que a Marcel no le importe), Edith Piaf, Victor Hugo, Comte, Oscar Wilde (a cuya efigie , ahora repleta de marcas de besos, unas señoras indignadas arrancaron hace mucho los testículos), Sarah Bernhardt, Molière (decepcionantemente abandonados ambos), Lafontaine... Pero la más decepcionante de todas fue la tumba estrella del cementerio, la de Jim Morrison. La única con una horrible barricada de vallas de tráfico que impedía acercarse a la lápida y un vigilante uniformado destinado únicamente a impedir que se te ocurriera saltarla. Al final el paseo fue más interesante por las tumbas anónimas que por las famosas: por las que se caían de viejas, por el "barrio judío", por las que las raíces de los árboles levantaban, por las que escondían botellas de cerveza, por las que irónicamente parecían haber servido de refugio amatorio, por las que ya apenas eran un trozo de tierra...



Esta foto tiene truco...


Cet midi nos hemos permitido el "exceso" de comer fuera. Buscábamos algo que no fuese turítico, un bistrot con un ambiente agradable, lleno de parisinos y donde se pudiese degustar comida casera típica sin pagar un precio desorbitado. Ha sido la segunda vez que buscábamos un restaurante de los recomendados en la guía (editada el 2005) y ni siquiera existe ya. Hemos decidido olvidarnos de las recomendaciones gastronómicas y seguir un poco nuestro instinto. Así que hemos escogido un bistrot- brasserie que parecía estar repleto de gente del barrio.

Aquí no hay menú como el que conocemos de primer y segundo plato con postre o café, bebida y pan incluídos. Aquí hay o bien "le plat du jour" (el plato del día) o bien la "formule" que consiste en entrante (normalmente una ensalada) más plato o bien plato más postre. La bebida, el café y el pan se pagan aparte. En este restaurante hemos dado en el clavo porque precisamente hoy el "plat du jour" era lo que Roger quería comer: entrecot. A mí tampoco me venía mal en absoluto. Y por sólo diez euros el plato nos hemos zampado ese entrecot acompañado de una deliciosa salsa con nombre de región francesa (no consigo recordar), acompañado de tomate al horno con provenzal y un revuelto de calabacín, huevo y bechamel con queso gratinado por encima. Mmmmm... De primero hemos pedido una ensalada y la camarera nos ha mirado raro y nos ha advertido que la ensalada era grande. Pobrecita, no sabe lo que zampamos. No quedó absolutamente nada en los platos.

He notado que la gente de París, en general, está delgada. Deben comer bastante menos o cuidarse mucho más. En el metro de Barcelona, por ejemplo, lo más normal es ver señoras o señores de mediana edad o ancianos y ancianas tirando a rellenitos o directamente gordos. Aquí son minoría a los que les sobran quilos. Si viven en Montmartre lo entiendo: con tanta cuesta y tanta escalera es fácil guardar la línea. ¿Son de poco comer o tan grave es la crisis económica francesa? Respecto a nosotros otra semana aquí y tenemos que volver rodando y ocupando dos asientos de Ryanair.

El primer día en la ciudad encontramos una librería que al mismo tiempo era tienda de discos. Era muy pequeña y todo estaba muy apretado y revuelto pero tenían unos precios increíbles en discos nuevos y de segunda mano. Allí me compré el nuevo de dEUS, Pocket Revolution, por tan sólo diez euros. Y hoy la misión era buscar más tiendas de discos y tiendas de cómics al tiempo que hacíamos el guiri.

En los alrededores del Centro Pompidou (otro ejemplo de museo cuyo interior no nos iba a gustar y nos lo hemos ahorrado) hemos chafardeado librerías y tiendas de regalos. Era una zona muy agradable para pasear: calles peatonales, tiendas "alternativas" o "underground" (como la librería especializada en cine en la que estuvimos), restaurantes con terrazas, espectáculos callejeros... Los barrios de Marais y Beaubourg deben ser como el Raval y el Born de Barcelona, salvando las distancias. Allí volvemos a una librería de cómics que ya vimos. Roger gasta que te gasta. Yo admiro los preciosos pósters del Corto Maltés.

En mi anterior visita a París encontré (¡qué mala suerte la mía!) que Notre-Dame, la gran catedral gótica, estaba en reformas y casi totalmente cubierta de andamios y enormes lonas verdes tapándola. Hoy, por fin, he podido verla en todo su esplendor, desde la place du Parvis. Hemos entrado para admirar la planta pero no hemos subido: gran cola y más de 6 euros para subir a las torres). Admiramos los laterales y sus preciosos arbotantes (arbotante: m. arq. Arco que contrarresta el empuje de otro arco o bóveda.|| Mar. Palo que sobresale del casco de un buque y sirve de sostén.), que la hacen parecer tan ligera, como una gran araña posada cerca del Sena.

En la otra orilla del río nos apresuramos hacia los bouquinistes que ya recogían y cerraban sus puestecitos diminutos pintados de verde, sus cajitas repletas de libros usados y, por lo que vi, ahora también de objetos para turistas. Conseguí comprarme por fin un póster de Le Chat Noir, pero no ha habido tiempo para mirar libros. Una pena, me habría llevado Les fleurs du mal de Baudelaire de buen gusto. Me hubiese servido para practicar mi francés (el idioma) una vez de vuelta en Barcelona. En fin, no es grave. Allí también podría encontrarlo en su lengua original. De hecho la que leí hace tiempo fue una edición bilingüe.

Nos acercamos al Barrio Latino pero nos aburrimos en seguida de los caminos trillados para turistas. Callejeando descubrimos la iglesia de Saint-Séverin, con un lateral que está repleto de gárgolas. Llegamos al Panteón, donde reposan Voltaire, Rousseau, Marat, Zola, Braille, Monet, Condorcet, Pierre y Marie Curie, Malraux... En los alrededores del la Sorbonne descubrimos por azar dos grandes librerías de cómics ("bandes dessinées" en francés, o BD abreviado). Eran enormes, impresionantes, desquiciantes. Aquí hay mucha producción propia, se consume mucho más y leer cómics es menos de freak, mucho más normal para un adulto. Roger ha tenido otro ataque consumista y yo... bueno, a falta de dinero para gastar le pediré sus Monsieur Jean. Por los alrededores había muchas librerías interesantes (incluso la célebre Shakespeare & Co. que ya visité la otra vez) pero estoy demasiado cansada para ponerme a rebuscar. Sólo quiero volver a las plumas del edredón...

Estamos agotados. Volvemos a casa tras otro día extenuante.

Es curioso, ya digo "a casa"... Nuestra casa en París... Por una semana.

De pequeños y grandes placeres


"Automn"
Alphonse Mucha

El mundo se vuelve rojo, el color que he escogido para mi pelo y, si entrecierro los ojos, todo se tiñe de reflejos cobrizos.

Definitivamente (¡por fin!) llega el otoño. Parece que el frío asoma sus dedos y los cuela por los cuellos descubiertos, por los miembros incautos que van sin mangas, provocando escalofríos. Me falta un jersey, me faltan unos brazos alrededor. Y me gusta la dulce sensación de añoranza que eso provoca. Es dulce porque puede ser colmada. Es tiempo de sacar la mantita para el sofá. Es tiempo de mis calcetines gordos. Es tiempo de dejarse abrazar fuerte. Y de besos con la nariz fría.

La semana termina dejando un poso de dulzura en la boca. Que todas las semanas sean como ésta...

El jueves fui con E. y con S. a apuntarnos a las listas de suplencias de personal de las bibliotecas públicas. Lo que iba a ser un puro trámite de menos de cinco minutos se convirtió en una jornada entrañable. Adiós obligaciones de trabajo o clases. ¡Seamos irresponsables e inconscientes! Entramos en tiendas de ropa en las que no compramos nada (¿me atrevería en algún momento de mi vida a llevar aquélla mini de calaveritas?). Luego, comida para tres (el número adecuado) en Le Ménage à trois (el tupper puede esperar), donde alguien pretendía vender sus cuadros horrorosos por más de cien euros. Más tarde un café (y dos tés, uno con bichos flotando) en una terraza en la que se puede escuchar a gente ensayando alguna ópera. Y risas, muchas risas. Y confidencias. De las que, con toda naturalidad, sólo podemos hacernos las mujeres mientras nos zampamos el pollo al curry con arroz basmati. Es fácil hablar del pasado, de la vida, del amor, del desamor, de las esperanzas y de las experiencias entre risas, cuando te sientes a gusto con la compañía, en el ambiente idóneo. ¿Qué sería de nosotras sin esas estupendas conversaciones?

Conclusión: "un clavo saca a otro clavo" (gracias a la madre de E. por esta sentencia).
Resultado: me quedo casi afónica (¿de tanto hablar?) y cojo frío.

Los otros componentes del otoño son las castañas (este año aún no he probado ni una, qué pena) y las setas. Buscar setas es la excusa perfecta para caminar un rato por el bosque, para huir de la ciudad, del metro, de los coches, de los semáforos y de las tiendas Zara. Me divierto como una enana pisando pinaza, apartando zarzas, oyendo crugir las ramas bajo mis pies. Con alborozo señalo cada una de las setas que voy descubriendo, sin tener la menor idea de cómo se llaman o de si son comestibles o no. Descubro las huellas de un jabalí y las señales de los dientecillos de algún ratón de campo en una seta. Por puro azar doy con un grupo abundantísimo de Cantarellus lutescens ("camagroc" en catalán, "rebozuelo" en castellano) y los recojo con alegría. Hoy han resultado ser un manjar exquisito en revoltillo (poner ajo picado y las setas bien limpias a saltear con aceite y sal, luego añadir los huevos con un poco de perejil y remover hasta que quede cuajado, pero no demasiado).

Ayer, cena con desconocidos en casa de un amigo de R. De esas a las que vas porque te invita un amigo de otro amigo, donde todos son extrangeros desubicados que están viviendo en Barcelona, donde la mayoría no se conocen entre ellos, donde lo extraño es encontrar aficiones, intereses o algo en común. Tú llegas allí, con tu botella de Enate, sin saber lo que te puede esperar: un venezolano músico, profesor de salsa y modelo de pintura ocasional, una psicóloga pija inglesa que trabaja en Londres pero viene a Barcelona de marcha los fines de semana, un inglés totalmente descolocado que ni siquiera conoce al dueño de la casa y se pone a fumar maría, un francés diseñador... Son curiosas, esas reuniones, pero supongo que son cosas que se hacen para ampliar el círculo de amistades cuando tus amigos de verdad están lejos. Siempre se puede conocer a gente interesante, supongo.

Y hoy ha sido un domingo de levantarse tarde y de dormir siesta, de arrebujarse en el sofá viendo películas (Antes del atardecer y The Machinist) en la mejor de las compañías (la que te tapa los pies fríos con la manta debe serlo). Un domingo de segundas despedidas inesperadas cuando R. ha vuelto a aparecer en bici en la parada de mi autobús (mi caballero de la brillante armadura) para volver a darme un beso de buenas noches. Llego a mi casa y me siento a escribir con la sensación de haber tenido un muy buen fin de semana. Lleno de placeres, grandes placeres, pequeños placeres que se convierten en grandes. Y me permito un último placer del día: saborear un cacao caliente (Cacao Nestlé Selección, el placer adulto) y un rosco de vino. Señal ésta, la de que haya roscos en casa, de que la Navidad está a la vuelta de la esquina.

Qué fácil es ser feliz a veces...

viernes, 4 de noviembre de 2005

Diario de París: viernes, 21 de octubre.


Definitivamente me gusta mucho más Orsay que el Louvre. Sin duda el cansancio tenga algo que ver con ello (y mis gustos en cuanto a pintura mucho que ver con ello) pero hoy en el Louvre he tenido una terrible sensación de acumulación de esculturas y pinturas hasta el colapso y de odio infinito hacia un cuadro más de temática religiosa o anterior al siglo XIX.

Ya veníamos preparados y dispuestos a saltarnos las partes que no nos interesaran demasiado porque ver el Louvre entero en tan sólo un día es una odisea imposible. Sin embargo tengo la impresión de que:

a) hay demasiados cuadros (sobre todo de pintores franceses) primando cantidad a calidad en ocasiones (¡oh, sacrílega!).

b) el orden de las salas es caótico y hace casi imposible y maratónica una posible visita cronológica en condiciones.

c) el museo está claramente orientado (con un tiquet de entrada específico para ello, incluso) a los visitantes que vienen en masa (poderoso caballero es don dinero) a ver la decena de joyas principales de la colección, esto es la Mona Lisa, la Victoria de Samotracia, La balsa de la Medusa, la Venus de Milo, etcétera...) pero que se van sin ver nada más. Los demás nos jodemos.

Y, para acabar de redondear mi opinión sobre este gran museo, la Gran Decepción: por segunda vez (me ocurrió lo mismo hace diez años, no me puedo creer mi mala suerte) tenían cerradas la mayoría de salas del Egipto faraónico. Ni Champollion ni ostias. Van a construir una nueva ala dedicada al arte del mundo islámico y gracias a las reformas (y quizá a que era viernes) me ha tocado pagar el pato. Casi lloro de la rabia. No me lo podía creer. Quizá hubiese sido la parte que más me habría gustado y me vuelvo a ir sin verla entera. Leo que "el Louvre siempre tiene el 25% de las salas cerradas por falta de personal". Pues vaya gracia. Consulten aquí antes de ir.

Total, que al final te obligan a seguir un recorrido que, en todo momento, te recuerda con cartelitos hacia dónde debes ir para ver la Gioconda (llega un momento en que ya la odias, al igual que a Dan Brown, y ni la miras al llegar a ella). Un recorrido que te obliga (a menos que vayas cambiando de ala y de piso constantemente) a ver primero todas las esculturas (casi en batiburrillo) y luego todas las pinturas, alternando alegremente salas del siglo XVIII con obras de antes 1300. Un recorrido donde sabes perfectamente, antes de llegar a ellas, dónde están las obras más relevantes sólo por el mogollón de gente parada delante de ellas y de japoneses haciendo fotos (el caso de la Venus, a la que en hicimos una foto en la que salen más fotógrafos que delante de la clínica Ruber el día del nacimiento de la infanta). Un recorrido que agota, que te hace aburrir el museo y te hace acabar caminando zombie por las salas sin poder asimilar una tela más.

Sería muchísimo más agradable de ver si, como el Orsay, estuviera organizado de manera que pudiera visitarse cronológicamente (más o menos). O quizá el fallo sea nuestro y deban dedicársele tres días. Un museo soberbio en un gran palacio, un marco increíble... y que canse hasta casi asquear. Sobreexposición, supongo. Con días para saborear sus increíbles salas muchas telas tendrían un matiz interesante que no supe verles. Una lástima.

He comprado la postal para E. (quería la Victoria de Samotracia) y tengo que escribirla, junto a la de P. (que compré antes de ayer) para enviarlas ya e intentar que lleguen antes que yo. A ver si tengo un minuto...

Me encanta el cartel del mítico cabaret de Le Chat Noir. Cuando paseamos por Pigalle pasamos por delante del café tal y como es hoy en día: un auténtico horror para turistas, tristemente parecido a un bar de las Ramblas pero sin sangría. A pesar de ello el cartel es precioso. Es un icono turístico, lo sé. Lo he visto en bolsos, tazas, camisetas, delantales, imanes para la nevera... Pero me encanta. Lo quiero en alguna de sus formas.

Contrariamente a lo que pensaba y creí ver impreso en algún sitio (supongo que haciéndolo más atractivo para los turistas) el diseño original del cartel no es de Toulouse-Lautrec sino de Théophile Alexandre Steinlen. Otro caso más de artista injustamente ninguneado respecto a su obra. Cartelista, pintor y humorista gráfico del art nouveaux cuya obra se publicó, mayoritariamente, en la propia revista del cabaret Le Chat Noir.


Amor y Psique,
Antonio Canova
Empiezo a escribir este diario en diferido. Durante el día no tengo ni un sólo minuto libre. Volvemos al apartamento únicamente para comer/ cenar/ dormir. Pasamos el día entero caminando y por las noches estamos tan agotados que casi no nos quedan ganas para nada que no sea quedarnos abrazados bajo el edredón y dormir... Y por las mañanas hay que levantarse temprano para desayunar, ducharnos y ver más cosas estupendas.

Hoy puedo decir que estoy agotada, completamente agotada. Mi cuerpo no se recupera con dormir unas nueve horas cada noche. Espero acostumbrarme al ritmo pronto. Estoy en baja forma.

martes, 1 de noviembre de 2005

Diario de París: jueves, 20 de octubre

Esta mañana nos la hemos tomado libre.

Estamos muy cansados, aún no nos hemos recuperado de la noche sin dormir que representó el viaje y estos dos días no hemos parado de caminar. Ayer, al acostarnos, pensamos que el plan para hoy sería madrugar un poco y dar una vuelta por el cementerio de Montmartre para luego ir a hacer unas compras. Cuando ha sonado el despertador hemos sacrificado el paseo por una o dos horas más de descanso.

En el supermercado de enfrente (Franprix), como en todos los que hemos visto por el barrio, hay frutas que no había visto en mi vida ni sé cómo se llaman. Hay salsas de todos los rincones del mundo y cientos de especias. Hay refrescos y zumos con miles de sabores inimaginables (por ejemplo de cassis, unas grosellas negras con las que también se fabrica un licor delicioso) y cosas como yogures de pistacho (evidentemente la curiosidad nos pudo y los compramos). Nos han dicho que aquí podemos conseguir Coca-Cola con vainilla pero sólo encontramos la de dos litros. Paseo fascinada y feliz por el súper, contemplando tal acumulación de multiculturalidad gastronómica. Además, da la impresión de que aquí cuidan mucho más la presentación y el aspecto de los alimentos: hasta en la frutería de barrio regentada por una china la fruta brilla, está estupendamente colocada y en el cartel con el precio se menciona el país de orígen de la fruta y el medio de transporte que se usó para traerla. De donde vengo estos detalles sólo los ves en los supermercados de categoría.

Roger está feliz: hemos encontrado mantequilla salada como la que comía en Escocia. Beurre avec sel du mer. Está deliciosa. Me voy a dormir agotada y me despierto agotada, pero vamos a zampar mantequilla por un tubo y eso, sin dudarlo, tendrá sus consecuencias a pesar de tanto caminar. Volveré hecha una odalisca de Rubens...

La tarde la hemos dedicado al completo y desde bien temprano al Museo de Orsay. Se trata de un museo precioso ubicado en una antigua estación de tren, con obras fascinantes y con una colección muy bien estructurada para hacer la visita interesante y fácil de seguir. La otra vez que estuve en París fue mi museo favorito, me gustó bastante más que el Louvre, veremos si esta vez pienso igual (mañana o pasado mañana podré comparar). Aquí abundan las obras del siglo XIX y XX. Y dedican espacio a la ilustración, la fotografía, las artes decorativas, el cartelismo...


Ilustración de Baba Yaga,
por Ivan Yakolevitch Bilibine
De nuevo somos afortunados porque encontramos la "Temporada rusa en el Museo de Orsay" y visitamos una estupenda exposición temporal sobre el realismo ruso que deja a Roger embobado ante algún cuadro. Yo, por mi parte, he redescubierto a los ilustradores rusos. Vi sus magníficos dibujos por primera vez cuando buscaba libros de cuentos tradicionales rusos al saber que mis tíos iban a adoptar un niño ucraniano (mi encantador primito Yenya). Los adoro, el estilo de sus dibujos es muy especial: inspiración medieval, gusto por los detalles, composiciones muy cuidadas. Apunté todos sus nombres para encontrar información y reproducciones de su obra en internet. Bilibine, el gran maestro, Repine, Nesterov, Vasnetsov, Kramskoï, Kouznetzou... Ah, los cuentos rusos y sus ilustradores... Espero volver a hablar pronto de todo ello.

De nuevo volvemos muertos al apartamento a por una sopa caliente y gratificante y a por nuestro queso, nuestra mantequilla salada, nuestro fuet y nuestro chorizo ibérico con baguette y pà amb tomàquet. Qué fusión cultural, madre mía.

Más datos:

Aquí "Corpse Bride" (que vimos y disfrutamos, a pesar de la muchedumbre, el fin de semana pasado en Sitges) se llama "Les noces funèbres" (Las bodas fúnebres).

Aquí los supermercados Dia se llaman Ed.

Aquí, en el metro, los asientos reservados tienen orden de prioridad:
1. A los mutilados de guerra.
2. A los ciegos civiles, inválidos laborales y lisiados civiles.
3. A las mujeres embarazadas y a las personas acompañadas de niños de menos de cuatro años.
4. A las personas de 75 años o más.

Haber participado en dos Guerras Mundiales del bando de los aliados debe hacer que un país sea muy respetuoso con sus héroes militares...