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sábado, 12 de noviembre de 2005

Diario de París: lunes, 24 de octubre.

Ayer atasqué el fregadero de la cocina. Eché las sobras de la sopa y, de repente, dejó de tragar agua. Juro que no había echado nada más allí, me extrañó que se atascara tan facilmente. Así que el plan hoy era descansar un poco por la mañana, hacer unas últimas compras y luego ver si se puede resolver, ver si Roger puede arreglarlo, más que nada. Hay un montón inmenso de platos por fregar (parece mentira lo que se ensucia siendo sólo dos personas). Si no tiene arreglo no sé cómo nos apañaremos.

Afortunadamente no ha sido grave, Jean-Phillipe no va a matarnos. Bastó con desenroscar un filtro que estaba atascado con un montón de porquería que no era nuestra, que no eran las sobras de la sopa que yo había echado. Seguramente culpa de los anteriores inquilinos, unos americanos. ¿Quién es tan guarro como para tirar un bastoncillo de limpiarse los oídos en el desagüe de la cocina? Nos hemos duchado y hemos hecho un desayuno tardío y ligero.

Mi experimento para comer no ha salido mal del todo. Los bistecs a la mostaza de Dijon (esa mostaza había que usarla) no habrían estado nada mal si no fuese porque eran duros como suelas de zapatos, los puñeteros. ¡Eso nos pasa por comprar la carne en Intermarché! En la tele nos acompañan todos los canales de música por cable que encontramos, es lo único que vemos. Nuestro arrendatario nos enseñó orgulloso, el primer día, que había tenido el detalle de buscarnos Televisión Española internacional, al saber que veníamos de España. ¡Qué majo! Lástima que no nos interese nada de lo que emiten. No queremos ni ver las noticias. Estamos de vacaciones. Si vemos las MTV o VH1 es porque lo único que le falta al apartamento es un equipo de música y tenemos que suplir esa falta como podemos. Millones de listas diarias y, de vez en cuando, algo decente.

Por la tarde hemos dado un agradable paseo por uno de los parques menos turísticos de París, el preferido de muchos parisinos: el de Buttes-Chaumont. Hemos subido al templete de magníficas vistas, paseado por los caminos repletos de gente practicando footing, descubierto las cascadas, bajado hasta el lago (con patos y todo) en el que hay temporada de pesca, caminado por los senderos... Aquí vienen los parisinos a magrearse, a hacer botellón (sí, también existe), a fumarse unos porros y a correr. Un parque genuino, vamos. Quizá no sea el mejor parque del mundo, ni el más bonito, ni el más moderno o sofisticado pero para mí hoy ha sido el mejor.

Al volver hemos pasado de nuevo por Montmartre centro para ver si la fromagerie estaba abierta y comprar así los quesos que pensamos llevarnos. Estaba cerrada. Tendremos que venir mañana.

Empiezo a pensar en las cosas que nos dejamos por ver, porque mañana ya no tenemos tiempo de hacer ninguna visita. Pienso en el Barrio judío, en el Bois de Bologne, en los muelles, en el cementerio de Montmartre, en las librerías... París siempre merece otra visita.

Última noche en París... Quiero que durmamos abrazados.

P.S. Si algún astuto observador nota que en este día en París no hemos visitado casi nada es porque nos quedamos en casa practicando sexo. ¿No dicen que es la ciudad del amor?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja, yo diría que el sexo es mejor que cualquier cosa que te hayas dejado por ver! Seguro que volvereis a París.

Besos

Nuala dijo...

Mejor, mucho mejor sin duda alguna.