Coleccionista de recuerdos
En "Everything is iluminated" el protagonista es llamado El Coleccionista. Se dedica a guardar en bolsas transparentes con cierre hermético todos los objetos relacionados con la gente de su familia: desde el corrector dental de su hermano a un billete de dólar o un preservativo usado.
Sólo hacia el final de la película (sobre el que no revelaré demasiado porque tiene ustedes que ir a verla) el propio personaje parece dar la clave del por qué e esa extraña compulsión que tiene desd pequeño. "Quizá si hago esto, dice, es porque me da miedo olvidarme de las cosas".
Yo no soy coleccionista. No guardo concienzudamente nada, me falta la constancia y lo encuentro un poco absurdo. Sin embargo sí guardo muchas cosas estúpidas en cajas. Objetos que no tiene mucho sentido guardar, al igual que los del protagonista de la película: entradas de cine, billetes de tren, trípticos de exposiciones en las que he estado, la cuenta de un restaurante, una piedra, entradas de conciertos, tarjetas, una concha encontrada en una playa... Las guardo en cajas que llamo mis cajas de los recuerdos. Incluso en una ocasión fabriqué y regalé una caja de los recuerdos a un amigo. Tengo tres o cuatro de ellas y, cuando las abro, sé que cada una de las estúpidas e insignificantes cosas que guardo en ellas tiene un significado para mí, me recuerda un momento concreto de mi pasado que, por lo que sea, deseo recordar. En ocasiones la relación objeto-recuerdo se vuelve borrosa y me veo obligada a pensar un rato en ello para conseguir rememorarlo. En otras es tan viva que resplandece...
Si alguien me pregunta qué objetos de los que poseo pondría a salvo si sólo tuviera tiempo de elegir tres o cuatro o, en uno de esos angustiosos sueños que he tenido alguna vez en los que se quema mi casa u ocurre alguna otra catástrofe, me veo obligada a escoger en unos pocos segundos algo que salvar... a menudo pienso que en esos casos quizá serían mis cajas las elegidas. Nada de lo que poseo es tan mío y tan irreemplazable como eso.
Sin duda no soy una Coleccionista pero puede que, como conozco mi mala memoria, sí tenga miedo a olvidarme de las cosas.
3 comentarios:
Tengo la misma costumbre que tú. De vez en cuando las abro y recuerdo las cosas, como una zapatilla de ballet que me regaló una amiga a la que ahora apenas no veo, la tarjeta que me regalaron en mi 18 cumpleaños, que fue sumamente especial, o los resguardos de los "youth Hostel" de Edimburgo en los que estuve. Me siento incapaza de desprenderme de esas cosas, así que irán conmigo cuando me mude.
Me acabo de enterar que el director es Liev Schreiber. Nunca hubiese esperado algo así de un actor tan terriblemente anodino. Ahora mismo, muchas películas en cartelera, pocos huecos para pasar por el cine.
Yo procuro no guardar nada aparte de fotos, simplemente porque muchas veces acopio esas cosas, pero luego no sé donde meterlas.
Así que si se quema mi casa, salvaría las fotos, pero igual ni eso. Hoy por hoy salvaría mi iPod.
Mi único problema es el espacio...
Si sigo acumulando a este ritmo (por no hablar de cómics, libros, películas, figuritas, etcétera) necesitaré una casa con una buhardilla real para meter los trastos.
Por eso este blog se llama así, porque me encantaría tener una de verdad y hacer viajes emocionales al pasado abriendo cajas y baúles.
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