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martes, 21 de febrero de 2006

Un amor especial

Cuando leí Una cuestión personal (de 1964, publicado por Anagrama en 1989) jamás creí que Kenzaburo Oé estuviera hablando de un caso real. Jamás me pasó por la cabeza que, en realidad, con sus licencias y sus cambios de nombres o de escenarios, aquella situación angustiosa, aquel odio, aquel asco, aquel tedio, aquella huida y aceptación, fuera en realidad algo autobiográfico.

Sin embargo, así es. De hecho, según confiesa el propio Kenzaburo, todos sus libros son un poco autobiográficos. Cuando leo a un autor no suelo acercarme antes a su autobiografía o bien por pereza o porque creo que eso puede contaminarme en la percepción literaria de su obra. En este caso, sin embargo, conocer al hombre y su vida familiar me ha servido para amar aún más su obra.

En Un amor especial, Vivir en familia con un hijo disminuido (Ediciones Martínez Roca, 1998), el autor nos explica su experiencia reveladora tras la llegada al mundo de Hikari, su primogénito, nacido con una grave deficiencia cerebral. Como el hijo de Bird, en la novela. Y, como Bird, él bajó a los infiernos para aceptar y encontrar el coraje de amar y luchar por su hijo.

Con una sensibilidad y una delicadeza excepcional Oé describe en este libro entrañable (su primera obra después de recibir el Nobel de Literatura) cómo su hijo, Hikari, con grandes deficiencias físicas y psíquicas, tenía desde muy pequeño una gran sensibilidad para la música clásica y los sonidos de la naturaleza. Alentado y animado por su familia Hikari Oé ha tenido, al crecer, a la música como único medio para transmitir sus emociones y su pasión por la vida. Y hoy en día Hikari es un compositor que ya ha editado en Japón su segundo exitoso disco con grandes músicos como colaboradores.

Kenzaburo nos habla del poder sanador del amor en la vida familiar, de la entrega incondicional a un hijo, de la paciencia, del coraje que podemos encontrar en los gestos amables de quienes nos rodean. Menciona que, gracias a su hijo, ha descubierto todo eso y se ha dado cuenta de que la sociedad hacia la que deberíamos querer ir es aquella movida por el yujo. Este término, yujo, es una invención del novelista Yoshie Hotta y está formado por dos carácteres chinos que tradicionalmente no se emparejan pero que, al unirlos, significan algo así como "afabilidad" (jo) de cierta "clase de humanitarismo" (yu); no implica los homónimos "amistad" o "capacidad de sentir" y, no obstante, semeja una combinación de ambos.

Hikari significa "Luz" en japonés.



Para los interesados en el tema dejo aquí un artículo y una reflexión en torno al impacto psicológico de los hijos con problemas en el nacimiento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la entrada y por el enlace. Aparte de que me gusta mucho como escribe Oé, me parece que su filosofía de vida es toda una lección de amor y superación (ostras, que aparezco Jorge Bucay)

Estos días, una chica que conozco bastante anda esperando los resultados de su prueba de amniocentesis, después de que el triple screeming le haya dado un 65% de posibilidades de que su hijo nazca con síndrome de Down. Una situación durísima por la que ninguno a priori quisiera pasar. Lo más curioso es que todo el mundo con un hijo disminuido psíquico, coincide en que el amor que te dan es tan inmenso que se al final se revierte en un regalo.

Nuala dijo...

La verdad es que este libro que comento me ha impactado... Tu amiga debería leerlo. De hecho, lo recomiendo a todo el mundo porque es de esos libros que te hacen reflexionar y te hacen mejor persona. Está lleno de lecciones que ya quisiera Bucay...

¡Toda la familia Oé es asombrosa y admirable! De hecho el libro está ilustrado por su esposa y, al final, se incluye un pequeño escrito de ella. Dice con humildad algo así como que siempre le ha gustado dibujar flores o a sus hijos y que, aunque sabe que no tiene talento y jamás pasará de aficionada, le ha honrado ser elegida para ilustrar el libro de su esposo y lo ha hecho lo mejor que ha sabido. Yo, dice, sigo el ejemplo de mi hijo Hikari (compositor de éxito) y de mi marido (un gran escritor) y seguiré esforzándome y mejorando en lo que hago y, aunque sé que nunca seré una eminencia en esto, me gusta hacerlo.

Qué gran ejemplo...