Where's Neil when you need him...?
Al abrir los ojos pienso: hoy va a ser un día muuuy largo... Hoy es un día rojo. Mal día para el rock & roll...
Hay mañanas en las que no me levantaría, en las que las sábanas cálidas parecen la mejor protección contra el mundo. Quiero hacerme la enferma y, como los niños en las películas, calentar el termómetro en la bombilla y escabullirme de las obligaciones. Pero ya no tengo diez años, por desgracia. Y no soy Holly Golightly.
Algunos, quizá con razón, lo llamarán gandulería o vagancia, pero yo lo veo como un pesar existencial mucho más grave. El día de hoy se me antoja absolutamente prosaico, como la pesada bolsa con la carpeta de la facultad, el bocadillo de media mañana envuelto en papel de aluminio y el tupper con los pimientos rellenos... ¿Dónde está la magia cuando la necesitas?
by Rebecca Kitchin
En días como hoy mueren las hadas. Y a mí me resulta terríblemente difícil ponerme las alitas, vestirme y afrontar la relidad gris y fea. Se ha deshecho el ensueño, no queda nada de glamour, necesito que alguien venga a pintarme de colores, que alguien ponga color en este día tan espantosamente banal. Necesito vestidos de princesa, un campo de amapolas, zapatos hechos para bailar, pasteles de chocolate, conejitos, fiestas sorpresa... Me asalta la sensación de que necesito tiempo para leer, para escribir, para escuchar música, para ir al cine, para ver Los Soprano, para no hacer nada...
Y me siento estúpida si reflexiono sobre ello porque ya he tenido tiempo para hacer todo eso durante muchos meses. Supongo que sólo es que ahora lo añoro y necesito tiempo para aclimatarme. Pero hoy me pesan las alas...
4 comentarios:
"En días como hoy mueren las hadas". No, nunca, jamás. Las hadas nunca mueren, sólo se reinventan.
Reposa plácidamente que mañana saldrá el sol. Y, con el sol, siempre pasa, recobrarás las ganas de volar.
Preciosa ilustración y bonito texto.
Gracias, muchas gracias.
En realidad ya me siento mucho mejor esta tarde.
Hay días en que a mi también me pesan horrores. Me siento a las 8 delante de mi ordenador y pienso: otra jornada exactamente igual a otra. Pero luego está el ratito del café, las risas con los compañeros, la comida del mediodía mientras mi madre se siento conmigo en la cocina, la siesta después de comer, un ratito corriendo por el parque, un paseo por el barrio, una duchita caliente, una película antes de dormir, una llamada a K. para que me desee buenas noches... y pienso que los días normales son estupendos a pesar de todo.
Besos
No son los días normales los que me matan, los que me hacen sentir asfixiada y atada. Son los días rojos, como el de ayer.
Pero tienes razón en que nunca se sabe qué puede suceder y que hay dulzura en algunas rutinas.
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