Summertime/ And the livin' is easy...
Me levanto preguntándome en qué cama estoy, como esas modelos/ actrices/ viajantes (ya me gustaría a mí) que dicen pasar los primeros momentos de la vigília averiguando en el hotel de qué ciudad y país están hoy. Estoy en mi casa. Aún.
Tengo los exámenes desmadejados. Ya me perdí uno y medio por la boda insular. Soy un desastre. Me agarro al Popular 1 especial tributo a los '90 que me ha dejado Roger como si fuese mi ancla en esta vida y me monto en el autobús, sentándome en el último asiento que queda libre. Qué suerte la mía. Al poco me imagino, leyendo el artículo sobre GG Allin, lo que puede ser que alguien con quien has estado compartiendo juerga toda la noche aparezca por la mañana tieso de una sobredosis. Me imagino lo terrible que puede ser morir antes de los 30 (aunque GG tuviera 36), con todos los sueños aún por cumplir. O demasiados sueños cumplidos y no haber podido asimilarlo. Morir de éxito. Morir de empacho. La plaga de la sociedad occidental.
Pienso en escribir algo que contenga las palabras "adoquín", "encuadernar" y "amanita". Casi lo tengo pero le falta algo, le falta vida. Hay un chico mudo comiendo flores y una chica experimentando con amanitas. Espero al demiurgo coqueteando con la idea de presentar algo a ese concurso de cuentos al que nunca me he atrevido a enviar nada. Parece que el éxito de la amiga Blackstar me haya hecho reflexionar, por mucho que yo no tenga su talento. Me falta ese algo. Imagino los mejores cuentos que jamás creó el mejor escrito del universo encuadernados y escondidos en una buhardilla que no es ésta. Jugueteo pensando en escribir un cuento ilustrado, un cuento de hadas para adultos, quizá. Roger me lo propuso y es lo más hermoso que me han propuesto nunca. Aunque la idea surgiera de cómo podría entrar en el Salón del Cómic sin pagar entrada. Me pregunto si podría escribir un guión para un cómic, como sugirió Diego en una noche etílica en Madrid, si sabría hacerlo... Sonrío con condescendencia hacia mí misma.
En la delegación de Hacienda de la plaza Letamendi, cuando bajo por las escaleras, me encuentro a una señora sentada llorando desconsoladamente. Qué terrible. Una vez más siento un nudo en el estómago. ¿Le habrá salido la declaración positiva? ¿Será una tragedia personal...? Me imagino los ahorros de toda una vida bajo un adoquín...
Sólo sé que hay un chico mudo comiendo flores y una chica experimentando con amanitas...
¿A qué sabrán los pensamientos?
P.S. Hoy empieza el verano.
3 comentarios:
Nunca, nunca, nunca repitas lo de no tengo tanto talento como ella. decirlo ya hace que te lo creas. Olvida esas inseguridades. Yo siempre pienso en la cantidad de mierda que se edita cuando miro a mi alrededor y dudo.. y no hace falta que te diga que tú vales para escribir, pero tienes que tener confianza, y ambición, y ganas de trabajr en ello y cagarla. Y yo menos ínfulas y no ir dando lecciones, pero no me gusta que nadie se siente menos desde un principio.
Y tener sana envidia de la calidad literaria de otros es tan normal como tenerla de que otros la tengan más larga.
Nuala, por favor. A estas alturas. Tenemos que pensar que tan mal no lo hacemos no? joder, deberíais leer alguno de los libros de Felix Grasa, un estúpido moderniki de la gente guapa de Zaragoza, que se codea con lo más selecto. A ver si os mando algo y juzgáis. Yo creo que le editan sus libros directamente por ser quien es. Si no, es inexplicable.
Aquí cada uno tiene su estilo escribiendo, eso es lo bueno. Y a veces claro que os envidio, o a Gonzo, pero es un revulsivo.
Collejas aceptadas.
No es sólo con esto, tengo una enfermiza tendencia a menospreciarme y valorarme poco. Por una parte evita vanidades estúpidas pero por otra impide tener sana ambición. Estamos trabajando en ello...
Olvidé poner título al post.
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