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miércoles, 11 de enero de 2006

Tim Burton

Analicemos su filmografía como director: un crío que quería ser Vincent Price (Vincent, 1982); otro que convierte en un zombie el cadáver de su perro (Frankenweenie, 1982); la aventura de un niño de 30 años en busca de su bicicleta por escenarios de colores primarios tipo cartoon (La gran aventura de Pee- Wee, 1985); un ser de ultratumba especializado en limpiar mansiones de humanos (Bitelchús, 1988); un superhéroe psicópata tras un disfraz de murciélago (Batman, 1989, y Batman vuelve, 1992) con enemigos como un payaso gángster, un hombre pingüino y una loca con complejo felino; el bello cuento de un monstruo de afiladas manos pero tierno corazón (Eduardo Manostijeras, 1990); la historia de un infame cineasta travestido (Ed Wood, 1994); un delirante ataque alienígena a la Tierra, salvada in extremisy por casualidad (al más puro estilo La guerra de los mundos) gracias a una anciana (Mars Attacks!, 1989); el cuento de Whashington Irving del jinete sin cabeza (Sleepy Hollow, 1999); una revisitación donde riza el rizo a El planeta de los simos (2001); la emotiva historia de un padre cuentacuentos que enlaza realidad y ficción y de su hijo (Big Fish, 2003); un cuento fantástico e hiperglucémico de un niño y un excéntrico chocolatero (Charlie y la fábrica de chocolate, 2005) y un cuento de animación gótico en stop-motion (La novia cadáver, 2005). Como vemos, los protagonistas de sus films son los auténticos outsiders. Quizá como él. Son todos la pura descripción del freak: seres fronterizos, desplazados, incomprendidos; pero ahora son los héroes y nos los presenta con tal cariño que nos hace identificarnos con ellos. Según confiesa él mismo todos son un poco su alter ego.

El joven Timothy nació y creció en el seno de la típica familia de clase media americana, en un barrio cercano a Hollywood, de esos formados por cientos de casas idénticas, con jardincito y aparcamiento, que pretenden ser el triunfo material de la clase trabajadora americana (allí les llaman suburbia). El director confiesa que nunca se llevó bien con sus padres ni con su hermano menor, Daniel. Fue un niño solitario, que dibujaba monstruos retorcidos y que era tan marciano como para jugar en el cementerio que había en su misma calle. Quizá ahí empezó a crearse su rico y fantasioso mundo interior: "Si has crecido y vivido en esos hogares empiezas a imaginarte todo tipo de cosas como reacción contra ellos", confiesa. Dicho lo cual no parece extraña otra de las características de sus películas: la feroz y destructiva crítica de la american way of life, de los símbolos, costumbres e instituciones americanas. En Eduardo Manostijeras Burton parece vengarse de su infancia, parodiando esos barrios en los que vivió y el tipo de gente que los habita: aparecen los tonos pastel, los ritos kitsch tipo barbacoa, la divinización de los centros comerciales y la ironía contra una clase trabajadora que camufla su vida mísera e insulsa con un baño de caramelo y color; se muestra, en definitiva, la doble moral y la hipocresía de la sociedad americana. Pero será en Mars Attacks! donde arremeterá con más fuerza contra Estados Unidos. Toda la película es una agria parodia, un chiste cruel y macabro del que no se salvan ni el presidente, ni la Casa Blanca, ni la maquinaria hollyhoodiense, ni los prejuicios y dudosos iconos culturales de la sociedad estadounidense. La América más profunda, personalizada en esa familia que vive en una caravana, el estamento militar, con las dos vertientes, la más moderada y la más radical, los medios de comunicación, las religiones y sectas varias, los hippies, las asociaciones de ex-alcohólicos, Las Vegas como símbolo de lo más hortera, con Tom Jones a la cabeza, auténtica filia de Burton (en Eduardo Manostijeras aparecen varias canciones de "El tigre de Gales"), quién incluso tiene un papel interpretándose a sí mismo.


El amor por lo oscuro y lo grotesco es otro de los determinantes de este artista que, además de hacer cine, es fotógrafo, escribe, pinta (sin desperdicio su libro de poemas e ilustraciones La melancólica muerte de Chico Ostra, publicada en edición bilingüe por Anagrama) y, según Johnny Depp, es el mejor imitador de Sammy Davis que existe. Durante toda su infancia el pequeño asocial Tim se evadió de la realidad convirtiéndose en fascinado y convulsivo consumidor de cine fantástico. Desde niño el mundo del pequeño Burton se nutría de cómics y antiguas películas de terror y fantasía. Tuvo la suerte, además, de vivir la mejor etapa del género (entre los '30 y los '60). Se empapó de la serie B de los años '50, el ciclo de filmes de Roger Corman basados en E. A. Poe (su escritor favorito), las animaciones de Ray Harryhausen (cuya técnica stop- motion homenajeará) y La máscara del demonio, de Mario Brava, o las películas japonesas: "Quise ser el actor que hacía de Godzilla", ha dicho alguna vez Burton, lo que también da idea de su furia a gran escala contra la sociedad. Burton se ha mantenido fiel a sus mitos y lo refleja en sus trabajos. Su corto Vincent, rodado en blanco y negro y con la técnica de la stop-motion, narra la historia de un chico obsesionado con las películas de terror y especialmente con Vincent Price con perspectivas sesgadas, angulos desiguales y muchos planos homenajes directos a El gabinete del Dr.Caligari (del que se dice que podría estar pensando en hacer un remake como homenaje póstumo a Vincent Price, aunque otros apuestan que prepara un nuevo Fantasma de la ópera o Sweeney Todd) y en Eduardo Manostijeras consiguió que apareciera Vincent Price fugazmente (es el padre y creador de Eduardo) y que fuera el narrador en off. Ed Wood la rodó como su más sincero recuerdo y homenaje a ese peculiar cinesta que para algunos es "el peor director de todos los tiempos" y para otros objeto de culto por su innovación y creatividad (¿cómo olvidar Plan 9 from outer space o el maravilloso pulpo de La novia del monstruo?). En Mars Attacks! aparecen todos los clichés de la ficción de serie Z y su estética camp y pulp. El mito de Frankenstein es reverenciado en Frankenweenie, en Eduardo Manostijeras y en Pesadilla antes de Navidad (1993), producida y escrita por él. En en la reciente La novia cadáver y en Sleepy Hollow hay más referencias a zombies y seres que vuelven del más allá. La exquisitez de las películas de terror de la productora Hammer aparece recreada en todos sus films pero especialmente en Sleepy Hollow.

Además, en lo visual, muchas de las imágenes de sus películas muestran perspectivas distorsionadas, dramáticos contrastes entre la luz oscuridad, luz estilizada, ingredientes del expresionismo alemán de los años '20, las películas de género de la Universal en los '30 y la imaginería gótica de los '50. "El expresionismo me parece una vía para explorar el subsconciente", explica. Incluso en La gran aventura de Pee-Wee, donde predomina la estética cartoon y los colores chillones (no olvidemos que Burton estudió animación y trabajó en la Disney), incluso ahí hay un lado oscuro en las pesadillas del protagonista, en las que varias criaturas le atacan, entre ellas un enorme oso de peluche con terribles dientes (es su película, junto a Bitelchús, más onírica y surrealista). Además de rendir homenaje al original y a la novela de Pierre Boulle, El planeta de los simios (pese a ser su película más fallida) también presenta esos paisajes poéticos, torturados, románticos, esos ambientes claustrofóbicos. En los decorados de Vincent y en los de Pesadilla antes de Navidad, en el territorio gótico (Gotham City) de Batman y de Batman vuelve hay referencias a la arquitectura de Blade Runner, referencias languianas: la arquitectura dictatorial, la división en dos capas, como en Metrópolis, y el trazado laberíntico y confuso...

Y es que otro de los tópicos que se repiten en los filmes de Burton es el juego de contrastes, ya sea entre dos estilos visuales o entre dos mundos o entre sus protagonistas y el resto del mundo. Sus historias suelen transcurrir en dos mundos distintos. Así consigue distanciar el bien y el mal, lo raro de lo normal; y después, por medio de paralelismos, consigue mostrar la oscuridad del bien y de lo normal y la luz del mal o de lo raro, mostrando la fina linea que separa lo uno de lo otro y abogando siempre por la parte oscura, por supuesto. En Eduardo Manostijeras los colores pastel del barrio donde viven las familias contrastan con los tonos oscuros del castillo donde vive Eduard. Esto también sucede, por ejemplo, entre Halloweenland y Christmasland, las dos ciudades que aparecen en Pesadilla antes de Navidad: mientras la primera es oscura y lóbrega, la segunda está compuesta por lo más cursi y sensiblero de las Navidades americanas. En La novia cadáver el mundo de los vivos es más aburrido y, paradójicamente, muerto que el divertido y colorido mundo de ultratumba. Es el mundo oscuro y tenebroso, tradicionalmente asociado con el mal, el utilizado para exponer la superficial imagen de la representación del mundo soleado y feliz. En Batman vuelve el sol está ausente en todo momento, y en la única escena en la que brilla es aquélla en la que el Pingüino es presentado como candidato a la alcaldía de Gotham City. En Big Fish también se distinguen y mezclan dos mundos: el real y el fantástico de las historias del protagonista.

Muchos de los personajes del cine de Burton tienen diversas personalidades, con una cara en el mundo "normal" y otra cara mucho más oscura y extraña. Por ejemplo, los protagonistas de sus dos cortos (Vincent y Frankenweenie) son dos chicos que no se sienten a gusto en el mundo normal en el que viven con sus padres. El ejemplo más obvio de personalidad dividida está en los dos films de Batman dirigidos por Burton, lleno de psicópatas de doble personalidad. En Batman vuelve el Pingüino le espeta al protagonista: "Estás celoso porque yo soy un auténtico monstruo y tú has de ponerte una máscara".

En sus cintas también se puede apreciar como otros seres extraños del mundo oscuro hacen un esfuerzo por adaptarse al mundo "normal". Eduardo Manostijeras es un claro ejemplo de ese intento imposible que siempre acaba de manera trágica cuando se descubre que el mundo "normal" es hipócrita e indeseable. Lo mismo le sucede a Jack Skellington, el protagonista de Pesadilla antes de Navidad. Y en el último poema de su libro (La melancólica muerte de Chico Ostra) hay un tinte de anhelo juvenil dejado por imposible: "Para Halloween el Chico Ostra decidió ir disfrazado de ser humano normal". En Ed Wood el protagonista y toda su troupe son incomprendidos por la sociedad porque no siguen las normas, porque son raros (la Vampirella original en realidad no se disfrazaba para las películas, ella era así todo el día). Tienen unas reglas, un estilo de vida y unos códigos muy diferentes a los considerados normales.

Pero la genialidad de Burton es mostrarnos que quizá los comportamientos "normales" sean más criticables que los comportamientos "raros" de los protagonistas. Hace que veamos, como Ted Browning en Freaks, que los monstruos quizá sean los otros, los supuestamente "normales".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué documentado Nuala!

Qué gustazo. Como se nota que eres una adoradora y buena conocedora de Burton.

Estoy segura de que Burton y su cine harían las delicias de cualquier estudiante para su tesis doctoral.

Aún no he podido ver sus cortos!

Nuala dijo...

Los cortos aparecen en el dvd de Pesadilla antes de Navidad. Yo los tengo y, si es técnicamente posible, ya te los pasaré.

El artículo es un tocho, lo sé. No suelo colgar cosas tan largas pero me parece interesante y no hay muchas cosas completas y generales en castellano sobre Tim Burton. Lo preparé para la página de Metaluna. No lo menciono como he hecho otras veces porque ya no está allí y porque lo he modificado para incluir las nuevas películas (cuando lo empecé a escribir acababa de estrenarse El planeta de los simios).

¡Gracias por leerlo, que es larguísimo!

Anónimo dijo...

Increible
Es un Dios ^^