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lunes, 7 de noviembre de 2005

Diario de París: sábado, 22 de octubre

Llueve. Cada día un poco pero no demasiado. No como en Barcelona. Pero lo suficiente como para tener que salir cada día con paraguas. Sin embargo no hace frío. Esperaba usar todos los gruesos jerseys que he traído casi por exigencia materna, las bufandas, los gorros de lana, los calentadores... y al final he tenido que optar entre chaqueta o jersey. Tanto mejor, el tiempo es excelente y podemos andar por el apartamento en manga corta, la calefacción no va a ser necesaria en absoluto. Por las noches hasta tenemos que apartar el edredón de plumas porque nos asamos de calor (no lo he mirado, pero seguro que es 100% plumón de ganso nórdico). Duermo a su lado, sueño a su lado y con él, despierto a su lado...

Cementerio Père- Lachaise era el plan para esta mañana. Pero, antes que nada, una efusiva exaltación del Eros como contraposición a la parte de Thanatos que nos esperaba luego. Polvo al polvo...

[Aquí va un enorme spoiler privado sólo disponible en el "director's cut", sin ningún interés turístico, que les ahorraré a mis pocos pero fieles lectores.]

El de Père- Lachaise es un viejo cementerio entrañable y lleno de VIP's. Nada más entrar ya me enamoró por los panteones góticos familiares parecidos a mini-casitas para personajes de Tim Burton, por los árboles viejos y retorcidos y por los numerosos cuervos que lo habitan, que parecen puestos a propósito para crear ambiente aleteando y graznando de vez en cuando.

Sin demasiado respeto por los óseos habitantes (deben estar acostumbrados, porque el cementerio organiza hasta visitas guiadas) nos paseamos entre las tumbas y nos metemos entre los panteones para curiosear y hacernos fotos. Los familiares que vienen a visitar las tumbas (en el caso de los que aún tienen algún pariente vivo que los recuerde) no deben estar muy contentos con la cantidad de turistas que chafardean constantemente. O quizá sí, quizá es un orgullo visitar a alguien aquí. Vaya usted a saber. Vimos las tumbas de Chopin, Wallace (el de las fuentes), Proust (al que habían dejado notitas escritas que muy indiscretamente leí, espero que a Marcel no le importe), Edith Piaf, Victor Hugo, Comte, Oscar Wilde (a cuya efigie , ahora repleta de marcas de besos, unas señoras indignadas arrancaron hace mucho los testículos), Sarah Bernhardt, Molière (decepcionantemente abandonados ambos), Lafontaine... Pero la más decepcionante de todas fue la tumba estrella del cementerio, la de Jim Morrison. La única con una horrible barricada de vallas de tráfico que impedía acercarse a la lápida y un vigilante uniformado destinado únicamente a impedir que se te ocurriera saltarla. Al final el paseo fue más interesante por las tumbas anónimas que por las famosas: por las que se caían de viejas, por el "barrio judío", por las que las raíces de los árboles levantaban, por las que escondían botellas de cerveza, por las que irónicamente parecían haber servido de refugio amatorio, por las que ya apenas eran un trozo de tierra...



Esta foto tiene truco...


Cet midi nos hemos permitido el "exceso" de comer fuera. Buscábamos algo que no fuese turítico, un bistrot con un ambiente agradable, lleno de parisinos y donde se pudiese degustar comida casera típica sin pagar un precio desorbitado. Ha sido la segunda vez que buscábamos un restaurante de los recomendados en la guía (editada el 2005) y ni siquiera existe ya. Hemos decidido olvidarnos de las recomendaciones gastronómicas y seguir un poco nuestro instinto. Así que hemos escogido un bistrot- brasserie que parecía estar repleto de gente del barrio.

Aquí no hay menú como el que conocemos de primer y segundo plato con postre o café, bebida y pan incluídos. Aquí hay o bien "le plat du jour" (el plato del día) o bien la "formule" que consiste en entrante (normalmente una ensalada) más plato o bien plato más postre. La bebida, el café y el pan se pagan aparte. En este restaurante hemos dado en el clavo porque precisamente hoy el "plat du jour" era lo que Roger quería comer: entrecot. A mí tampoco me venía mal en absoluto. Y por sólo diez euros el plato nos hemos zampado ese entrecot acompañado de una deliciosa salsa con nombre de región francesa (no consigo recordar), acompañado de tomate al horno con provenzal y un revuelto de calabacín, huevo y bechamel con queso gratinado por encima. Mmmmm... De primero hemos pedido una ensalada y la camarera nos ha mirado raro y nos ha advertido que la ensalada era grande. Pobrecita, no sabe lo que zampamos. No quedó absolutamente nada en los platos.

He notado que la gente de París, en general, está delgada. Deben comer bastante menos o cuidarse mucho más. En el metro de Barcelona, por ejemplo, lo más normal es ver señoras o señores de mediana edad o ancianos y ancianas tirando a rellenitos o directamente gordos. Aquí son minoría a los que les sobran quilos. Si viven en Montmartre lo entiendo: con tanta cuesta y tanta escalera es fácil guardar la línea. ¿Son de poco comer o tan grave es la crisis económica francesa? Respecto a nosotros otra semana aquí y tenemos que volver rodando y ocupando dos asientos de Ryanair.

El primer día en la ciudad encontramos una librería que al mismo tiempo era tienda de discos. Era muy pequeña y todo estaba muy apretado y revuelto pero tenían unos precios increíbles en discos nuevos y de segunda mano. Allí me compré el nuevo de dEUS, Pocket Revolution, por tan sólo diez euros. Y hoy la misión era buscar más tiendas de discos y tiendas de cómics al tiempo que hacíamos el guiri.

En los alrededores del Centro Pompidou (otro ejemplo de museo cuyo interior no nos iba a gustar y nos lo hemos ahorrado) hemos chafardeado librerías y tiendas de regalos. Era una zona muy agradable para pasear: calles peatonales, tiendas "alternativas" o "underground" (como la librería especializada en cine en la que estuvimos), restaurantes con terrazas, espectáculos callejeros... Los barrios de Marais y Beaubourg deben ser como el Raval y el Born de Barcelona, salvando las distancias. Allí volvemos a una librería de cómics que ya vimos. Roger gasta que te gasta. Yo admiro los preciosos pósters del Corto Maltés.

En mi anterior visita a París encontré (¡qué mala suerte la mía!) que Notre-Dame, la gran catedral gótica, estaba en reformas y casi totalmente cubierta de andamios y enormes lonas verdes tapándola. Hoy, por fin, he podido verla en todo su esplendor, desde la place du Parvis. Hemos entrado para admirar la planta pero no hemos subido: gran cola y más de 6 euros para subir a las torres). Admiramos los laterales y sus preciosos arbotantes (arbotante: m. arq. Arco que contrarresta el empuje de otro arco o bóveda.|| Mar. Palo que sobresale del casco de un buque y sirve de sostén.), que la hacen parecer tan ligera, como una gran araña posada cerca del Sena.

En la otra orilla del río nos apresuramos hacia los bouquinistes que ya recogían y cerraban sus puestecitos diminutos pintados de verde, sus cajitas repletas de libros usados y, por lo que vi, ahora también de objetos para turistas. Conseguí comprarme por fin un póster de Le Chat Noir, pero no ha habido tiempo para mirar libros. Una pena, me habría llevado Les fleurs du mal de Baudelaire de buen gusto. Me hubiese servido para practicar mi francés (el idioma) una vez de vuelta en Barcelona. En fin, no es grave. Allí también podría encontrarlo en su lengua original. De hecho la que leí hace tiempo fue una edición bilingüe.

Nos acercamos al Barrio Latino pero nos aburrimos en seguida de los caminos trillados para turistas. Callejeando descubrimos la iglesia de Saint-Séverin, con un lateral que está repleto de gárgolas. Llegamos al Panteón, donde reposan Voltaire, Rousseau, Marat, Zola, Braille, Monet, Condorcet, Pierre y Marie Curie, Malraux... En los alrededores del la Sorbonne descubrimos por azar dos grandes librerías de cómics ("bandes dessinées" en francés, o BD abreviado). Eran enormes, impresionantes, desquiciantes. Aquí hay mucha producción propia, se consume mucho más y leer cómics es menos de freak, mucho más normal para un adulto. Roger ha tenido otro ataque consumista y yo... bueno, a falta de dinero para gastar le pediré sus Monsieur Jean. Por los alrededores había muchas librerías interesantes (incluso la célebre Shakespeare & Co. que ya visité la otra vez) pero estoy demasiado cansada para ponerme a rebuscar. Sólo quiero volver a las plumas del edredón...

Estamos agotados. Volvemos a casa tras otro día extenuante.

Es curioso, ya digo "a casa"... Nuestra casa en París... Por una semana.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Encontrar la tumba de alguien conocido en Père-Lachaise es lo mas sencillo del mundo, sólo hace falta buscar los grupitos de gente haciendo fotos (nosotros, mismamente). Yo quería tirarme por encima una botella de vino y dejarme caer encima de la tumba de Morrison estilo kamikaze etílico, en el fondo el de seguridad me hizo un favor.

Un par de correcciones sobre las tiendas de BD. La primera que vimos, cerca de Pompidou, era la primera vez que la encontrábamos. Las otras dos eran, de hecho, la misma tienda, Album. En una esquina el cómic autóctono y en la otra el americano

Anónimo dijo...

Bonita casaca.

Yo guardo un buen recuerdo del centro Pompidou. Cuando estuve, hace años, en Paris con mis padres, fue porque mi querido progenitor quería deleitarse con una exposición de Francis Bacon en dicho centro. Desde luego tal sobresaturación de estampas de Bacon produjo un curioso efecto en mi, que recuerdo con cariño. Ahora lo visualizo y sólo pienso en Chuletones sangreantes.

Los personajes de Antes del amanecer también se dedicaban a visitar cementerios. Estereotipados, que sois unos estereotipados.

Anónimo dijo...

Jajaja, si yo me quejaba que estaban estereotipados en Antes del Atardecer. La primera hace demasiado que la vi para criticarla, pero he conseguido una copia por el mismo método que la última y prometo verla y ponerla a bajar de un burro así que pueda. Aunque la verdad es que creo recordar que me gustó cuando la vi.

Anónimo dijo...

Hace diez años podías sentarte en la tumba de Jim Morrison. Sí que cambian las cosas... ¡me resisto a creer que se deba a la película!

Tienes razón en lo de que están delgados. Los parisinos están siempre cuidándose, al menos los que conozco. A mi me impactaba lo guapas que eran las francesas. Todas salidas del anuncio de Lulu.

Nuala dijo...

¿No habíamos entrado ya antes en esa tienda estrecha y larga de BD? Creo que el Alzheimer empieza a hacer estragos en mí. Lo de que las otras dos (Album) eran la misma ya lo sabía, sólo lo obvié.

Y lo de hacer el kamikaze etílico hubiese sido muy penoso. Por derramar el vino más que nada lo digo.

En el Pompidou había cosas que sin duda me hubiesen gustado. Francis Bacon, es un ejemplo, o fotos de Man Ray, los primeros cubistas, algunos dadaístas... Sin embargo me imagino a mi querido figurativo resoplando ante las obras abstractas que, para qué negarlo, en su mayoría a mí también me horrorizan. Valorando pros y contras preferimos paseo a Pompidou. Otra vez será.

Nuala dijo...

Por cierto... ¿nadie ha visto al intruso de la foto con truco?

¡Jajajajaja!

Anónimo dijo...

¡ya he visto al intruso, oculto en ese panteón jejej!

Supongo que es Roger, claro!