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viernes, 14 de julio de 2006

Arroz hervido

Me parece increíble, ahora que lo pienso, estar ahí sorbiendo mi granizado y hablando sobre la vida... No tengo derecho, considerando con quién lo estoy haciendo.

No sé nada, me hago pequeñita, soy una mota minúscula que se lleva el viento. Soy unos ojos que pasan y miran por la ventana, como cuando voy en autobús y espío a los ocupantes de los coches o a los ocupantes de los edificios como colmenas, que preparan la cena, planchan la ropa o hacen todas esas cosas tediosas que se hacen en la vida cotidiana sin pensar que un par de ojos te vigilan y ven lo hermoso de esos gestos íntimos. Una chica que canta mientras conduce. Una señora que pasa en bata con una toalla enrollada en la cabeza. Entran ganas de llorar. Yo no soy nada para ellas. Ellos podrían no existir más allá de ese cuadradito transparente, podrían ser un escenario o una proyección. ¿Tendrán problemas y sueños y preocupaciones? ¿Les costará llegar a fin de mes? ¿Les fascinará la voz de Nick Cave? ¿Odiarán a Maria Teresa Campos? ¿No sabrán cómo asumir la muerte, el olvido, el rencor o el fracaso? ¿Serán sólo sombras en la pared de la caverna?

Mi teoría expuesta entonces, ante el granizado, sobre que alguien a quien no le guste comer no puede amar la vida de la misma manera que alguien que adore comer me parece más y más absurda y excesiva. Hablábamos sobre una compañera de una amiga que casi sólo come lomo con patatas y arroz hervido. Pero lomo sin pimienta ni nada. Y arroz hervido con agua y sal, nada de un ajito o un par de hojas de laurel para dar sabor, nada de tomate o salsa alguna. Sólo arroz hervido, arroz blanco, del que te dan cuando estás enferma. Conclusión: no le gusta comer.

Olvidémonos de la comedora de arroz y admitamos que hay gente a quien no le gusta comer, que comen por alimentarse, porque tienen que hacerlo, para sobrevivir. No disfrutan del placer mayúsculo de la gastronomía. Se pierden todo un mundo de sabores, aromas, texturas... explosiones de auténtico placer orgásmico en las papilas gustativas. Para mí es aberrante, inexplicable, ¡un horror!

De igual manera hay gente a la que no le gusta leer o no les gusta la música (más allá de las cuatro canciones bailables de las radio- fómulas), o no les gusta el cine o el teatro... Aunque nos entren ganas de llevarnos las manos a la cabeza por ello, existen. No, no se corten las venas, eso sí sería excesivo.

Mi pretenciosa teoría era que esas personas (hablábamos de las que no les gusta comer en particular pero se hacía extensible a todas las demás mencionadas) no disfrutaban tanto la vida, que no la exprimían al máximo, como a los que sí les gusta saborear, por ejemplo, un buen fricandó o un buen bacalao al pil- pil. Asociaba, por decirlo de algún modo, que para estar realmente vivo al 100% debes apreciar los placeres que te ofrece la vida. Y el placer de comer es el único, junto al del sexo, en el que se emplean los cinco sentidos. ¿Cómo puede, como el sexo, no gustarle a alguien?

Y lo mismo me da por pensar a veces sobre los que no han leído un libro en su vida o no disfrutan con la música, o sobre aquellos que van al cine "a lo que den" y para los que la idea de buen cine es únicamente la última americanada para pasar el rato (ojo, digo "únicamente" porque yo también disfruto con muchas americanadas, tampoco soy una selecta visionadora gafapasta de cine turco o afgano). Me pregunto a veces cómo pueden no gustarles esas cosas o cómo puede ser su vida sin esos elementos que yo creo tan imprescindibles. Me imagino cómo pueden ser sus pensamientos sin esas referencias cinematográficas, literarias, ficticias que a veces trufan los míos (no siempre, en ocasiones soy ameba mental más de lo que me gustaría). Pero de repente me doy cuenta de que quizá tengan experiencias que yo no tengo ni conozco y que son mucho más excitantes para ellos que las mías. Coño, no hay que ser tan etnocéntrico...

Lo importante es pasar por la vida con todos los sentidos bien abiertos a nuevas experiencais para no perderse nada, disfrutar cada segundo porque nunca sabes cuándo será tu último fricandó, tu último polvo en el sofá, tu última escucha de "Hutterite Mile", tu última película o tus últimas lineas leídas...

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, yo no puedo evitar pensar como tú y no creo que eso nos convierta en egoístas. Comer junto al sexo son dos de los mayores placeres que existen. Y la lectura, y la música, y el cine, y los museos...

como bien dices, no se trata tanto de acumular experiencias como de al menos, tener interés en vivirlas. Que hay mucha ameba por ahí.

Y yo lo reconozco, me podré tragar una peli de sobremesa y hasta pasar el rato, o hablar de mil cosas intrascendentes, hasta de que tipo de recubrimiento es la mejor para una silla de bebé, pero en fin, que al final la cabra tira al monte. Me conformo con intentar vivir la vida aprovechándola al máximo e intentando abrir la mente.

Me acaba de dar un dejá vu.
Comer sólo arroz hervido y lomo a palo seco me da mal rollo. Comida sosa mujer sosa y media. O práctica?

Tighten my corset dijo...

Me gusta comer, me gusta cocinar, me gusta comer la fruta recién lavada con las manos y es que la comida es un placer. Hace muchos años tuve una crisis bilial y estuve un año entero a arroz y pescado hervido; aquel año parece como si fuera en blanco y negro...

Es una pena que la gente no disfrute lo que tiene pero seguro que si se lo prohiben entonces a llorar... ¡que pena!

Mañana iré al supermercado oriental que esta en el centro de la ciudad y me llevaré algunas cosas para cocinar... hummmm...

Pásalo muy bien y cuidate.

Anónimo dijo...

Comer está muy bien... cuando tienes hambre.

Me cuesta entender que el comer trascienda más allá de la cuestión puramente biológica, de supervivencia, de una necesidad.

Debe ser porque como muy rápido o porque mis digestiones son muy lentas pero no acabo de levantarme de la mesa cuando ya me estoy arrepintiendo. Así que placer, placer... Si me dijeran: 'piensa en algo placentero', creo que nunca podría imaginarme sentado en una mesa, aunque delante tuviera un barreño repleto de caracoles con salsa picante (quizás mi talón de Aquiles culinario).

Curioso, por otro lado, que sean las chicas las que mezclen 'placer' con 'comida'... términos que creía completamente antagónicos para el sector femenino...

Nuala dijo...

Comer está muy bien para disfrutar, no sólo cuando tienes hambre para sobrevivir. ¿Otro "arroz hervido"? Chico, creo que tipificas demasiado a las mujeres... Aquí tienes a tres (y estoy segura que somos muchísimas más) que adoramos comer.

Blackstar, la mujer de la que hablaba es una mujer sosa y media o doblemente sosa. No sé cómo su chico soporta algo así, que no puedan ir nunca a cenar a ningún sitio... Y sí, es pensar que come así e imaginarte que es así de sosa en muchos otros sentidos.

Shere, guapísima, un año entero a arroz y pescado hervido debió ser como una condena. ¡Qué horror! Espero que al menos mejorara tu crisis y que no se repita nunca. ¡Un besito, hermosa!

Ro dijo...

hace unos días colgué en mi blog una nota sobre un tema parecido al que tú tratas en este...
yo hablaba de las vidas más o menos grises... (era un relatito que había escrito hace dos mil años, cuando estaba en la facultad, y que de repente apareció en una caja de mudanza...)

[corrijo: de las vidas que A MI me parecen más o menos grises...]

y os puedo asegurar que es la ocasión en que una nota de mi blog ha tenido más reacciones... a favor o en contra... o las dos cosas a la vez...
parece que todo el mundo se resiste (nos resistimos) a admitir que lleva eso que llamamos "vida gris", hablando de comida, de cine, de libros, de sexo, de curro o de lo que sea...
pero nadie es capaz de definir muy bien de qué hablamos...

[por cierto, el arroz blanco y soso, sin sal, sin laurel y sin ajito... está muy rico... pero bien acompañado de un sashimi o de un sukiyaki o de unos rollitos de sushi en un restaurante japonés... jejeje...]

kar dijo...

vengo de pasar un fin de semana en el País Basco comiendo como un cerdo y tomando la senda que Axl Rose tomó hace doce años... no soy muy sibarita culinario, pero, diablos, me gusta comer, a veces mariscos carísimos, otras un simple bocadillo grasiento (pero por dios, como se disfruta!!)... que me guste comer no significa que no disfrute con la mal llamada "comida basura"... hamburguesas, pizzas, frankfurts, bocatas de calamares y tapas de boquerones (calamares por aquí/boquerones por allá)... no me los desprecien!!

Nuala dijo...

Cuidado, cuidado, que yo no he dicho lo contrario, no me considero tampoco la ostia de sibraita aunque me guste probarlo todo: ¡que vivan los bocatas grasientos!

Ro, el arroz blanco para el sushi o para los makis no es arroz cocido con sal, no nos equivoquemos. Requiere un proceso laborioso de preparación: primero se lava sucesivas veces para retirar el exceso de almidón se pone a cocer el tiempo exacto con el fuego exacto, se le añade una mezcla de vinagre de arroz y azúcar y se va abanicando para ventilarlo y enfriarlo. Como ves, nada que ver con cocer arroz blanco.

Y no, por supuesto, nadie admitirá que es un "peix bullit" (pescado hervido) como les decimos en Cataluña a los sosos.

Anónimo dijo...

Nuala dixit: "Comer está muy bien para disfrutar, no sólo cuando tienes hambre para sobrevivir."

Enhorabuena por tener, como aparato digestivo, una auténtica máquina de destrucción masiva, porque para engullir algo más de lo que tu cuerpo necesita tiene su merito (y riesgo).

Para mis amigas, también 'es un placer' comer pero cuando me siento a la mesa con ellas, es como si ya se hubieran zampado un pollo entero unos minutos antes... porque no me comen na! (y no es que yo sea un glotón, precisamente). Por no decir las que se embeben en un litro de agua para llenarse! Pero, eso sí, a ellas les encanta comer! Y yo no paro de reír!!!!

Nuala dijo...

Lo que digo es que como para disfrutar, no por mera supervivencia. Por eso no entiendo a alguien que se beba un litro de agua "para llenarse". Mentira, sí que lo entiendo, sí sé por qué lo hace, y por eso me resulta más triste aún... Tus amigas no son todas las chicas, afortunadamente para la diversidad.

Y sí, toda yo soy un arma de destrucción masiva. ¡Vigila no te engulla!